Las religiosas desarrollan esta actividad solidaria y útil en tiempos de pandemia, sin dejar de lado sus actividades cotidianas como la oración y la vida comunitaria.
“Es muy lindo hacer este trabajo porque sabemos que lo estamos haciendo para la gente que no puede comprarse un barbijo”, dijo la hermana Mónica Astorga en declaraciones a a LM Neuquén.
La religiosa indicó que comenzaron a hacer los barbijos, además de camisolines, con telas que compraron pero también con las que les donaron dos mujeres que se acercaron a la congregación.
La hermana Astorga explicó que se dividieron las actividades: “Algunas cortaban la tela, otras armaban las tablitas, otras los empaquetaban y otras los cosíamos, todo sin abandonar nuestras actividades habituales”, puntualizó.
Asimismo, recalcó que los barbijos que confeccionaron están destinados a las personas de bajos recursos “que no pueden comprarse uno”.
La monja carmelita consideró necesario que se tome conciencia “de que nos tenemos que quedar en casa y cuidarnos entre todos” y alentó a las personas a ocuparse de cosas positivas en el tiempo de aislamiento preventivo y obligatorio.
“Para nosotras estar en la congregación es nuestro estilo de vida, estar en la casa es lo más común, pero sabemos que hay mucha gente que lo sufre y mucho”, reconoció.+
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