Mons. Fernández: “El sacerdocio, cuestión de la fecundidad misteriosa de Dios”
Junto con los obispos auxiliares Alberto Bochatey OSA y Nicolás Baisi y un grupo de presbíteros, el prelado platense bendijo el Santo Crisma y los óleos que se utilizan en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Unción de los Enfermos, como también en las ordenaciones.
En la homilía, monseñor Fernández recordó que "este aceite perfumado nos hace pensar en un Dios que derrama vida, fuerza, consuelo, aliento. Nos habla de un Dios que nos libera, nos hace firmes para enfrentar la vida, y al mismo tiempo, con su perfume, nos hace sentir vivos".
"Un Dios que unge a su pueblo es un Dios que no está lejos, desinteresado de nuestras vidas, sino que es un Padre que se acerca a fortalecer, a dar aliento, a dar vida", aseguró.
"El bautismo ha dejado en nosotros una marca, que en realidad es un manantial que siempre puede volver a darnos vida, fuerza, sentido, gozo espiritual. Siempre está en vos como una fuente dispuesta a brotar de nuevo", destacó.
El arzobispo afirmó que "esa unción de Dios al mismo tiempo nos vuelve a todos nosotros fuente de vida y de consuelo para los demás. Los ungidos están llamados a ungir, a comunicar vida. Las lecturas de hoy nos dicen que Jesús fue ungido para liberar, para sanar los corazones heridos".
Al referirse a ls circunstancias actuales por la pandemia del Covid-19, monseñor Fernández se preguntó: "¿cómo lo estoy viviendo yo? ¿Lo estoy viviendo con unción?".
"Alguien que deja brotar esa fuerza de la unción de Dios, ante un problema se ocupa, hace lo que hay que hacer, pero se mantiene firme, lleno de confianza, lleno de esperanza, seguro, sereno, incluso no pierde una discreta alegría de vivir en medio de las pequeñas cosas", aseguró.
Luego, dirigiéndose a los presbíteros, que durante la misa renovaron sus promesas sacerdotales, el arzobispo expresó que el sacerdocio "no es cuestión de demostrar eficacia, ni de demostraciones de poder, ni de eficiencia mundana o de éxitos", sino que es una cuestión de "fecundidad y de la misteriosa fecundidad de Dios que no se contabiliza".
"Dios no manda los males y sufrimientos, los permite y está dispuesto a usarlos para nuestro bien. Hoy uno podría pensar que el mundo estaba acumulando ya demasiada superficialidad, demasiado nerviosismo, demasiado vacío, nos sentíamos dueños de todo y olvidábamos que somos creaturas, que no somos dioses. Y lo que nos está pasando ahora nos devuelve a la verdad. Pero quién sabe si aprenderemos este mensaje", agregó.
Por último, monseñor Fernández alentó a que estos días de soledad y de quietud, "nos sirvan a todos para renovar esa unción que hemos recibido, para dejarla actuar en nosotros, y así podrás decirle: no a la tristeza. Y si te sentís abandonado podrás decirle no al abandono, no al miedo inútil, no al egoísmo, no a tantos sentimientos dañinos. Dios te ungirá una vez más y saldrás renovado".+
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