Mons. Buenanueva: “La salvación comienza a vivirse ahora”
En una nueva entrega de su columna en el periódico “La Voz de San Justo”, recordó las palabras de Jesús a sus discípulos: “Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará”.
El obispo de San Francisco aclaró: “No festejamos que se haya ido, como si hubiera sido un visitante incómodo. Celebramos su triunfo y su nueva forma de presencia en el mundo”, y aseguró que “ahora sigue acompañando el caminar de sus discípulos y de su Iglesia por la historia”.
“Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban”, citó el prelado, y consideró que “Jesús había acertado mostrando el rostro genuino de Dios”.
“La resurrección es el sí de Dios Padre a ese acierto. Ahora, toda la creación debe recibir este ‘evangelio’: Dios es Padre, está siempre dispuesto a perdonar, ama con amor entrañable, especialmente a los más frágiles, y solo sabe dar vida”, afirmó.
“Hay que caminar la historia llevando este anuncio de salvación. Comunicar esa buena y alegre noticia es la misión fundamental de la Iglesia. Podríamos añadir, parafraseando a Francisco de Asís y a Carlos de Foucauld: gritar el Evangelio con la vida y, si es necesario, también con las palabras”, añadió.
Monseñor Buenanueva reflexionó que “el que haga espacio en su vida a esta palabra buena, encontrará la salvación. Es decir, también él acertará con la verdad de la vida, alcanzando la meta a la que aspira el corazón humano y que, en tantas ocasiones, parece alejarse a causa de la fragilidad o la malicia humanas”. Y esa meta, agregó, “no es otra que la comunión con Dios que libera del egoísmo y nos abre a los demás. Comienza realmente en esta vida mortal y atraviesa el umbral de la muerte, abriéndose a la vida eterna”.
“Creer es mucho más que tener por ciertas algunas ideas. Es decir ‘amén’ a Dios que nos tiende la mano”. Asimismo, “bautizarse es mucho más que cumplir un rito. Es dejarse transformar por el don de su Espíritu que hace nuevas todas las cosas” y “salvarse es mucho más que encontrar un lugarcito para vivir bien y a salvo de toda inquietud. Todo lo contrario. Es dejarse alcanzar por la mirada de Jesús que ilumina nuestra vida y, como el fuego purifica la plata, nos va librando, paso a paso, del peso del egoísmo”, detalló el pastor de San Francisco.
“Está salvado – según Jesús – el que pierde su vida, como él entregó la suya. Así, nos humaniza y nos lleva más allá de nuestros límites: nos hace participar de su misma vida divina. Es más: Jesús mismo es la Salvación, porque es Dios que se ha hecho uno de nosotros para colmar la infinita distancia entre el Creador y la creatura. Sólo Dios puede salvar al hombre. Arrojarse a ese abismo de vida es la aventura a la que nos desafía el creer en el Evangelio”, explicó.
Finalmente, recordó que “esa salvación comienza a vivirse ya ahora, y tiene la forma del amor que adora de rodillas y se inclina para lavar los pies a los demás, a ejemplo de Jesús que busca al Padre en el silencio de la noche y que se ha hecho servidor de sus hermanos. Comienza ahora y se plenifica en la felicidad eterna del cielo, cuando el mismo Jesús nos siente a la mesa para compartir el banquete del Reino”, concluyó.+
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