Ciudad del Vaticano (AICA): En otro lluvioso y frío domingo romano, el santo padre Francisco, desde la ventana del estudio pontificio, agradeció y elogió el coraje de estar allí a pesar del mal tiempo a los miles de fieles convocados en la plaza de San Pedro para rezar con el Pontífice la oración mariana del Ángelus y escuchar sus palabras, que hoy dedicó, de manera especial, a agradecer y resaltar el testimonio de los consagrados. En el día que la Iglesia recuerda la fiesta de la Presentación del Señor y celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, Francisco agradeció a Dios por tantas personas consagradas a Él que con su ejemplo y trabajo ayudan a toda la sociedad, y recordó que sería impensable una Iglesia sin tantos miles de monjas que ayudan en hospitales, colegios, misiones, etc. Pidió también por los jóvenes que Dios llama a consagrarse a Él y a los hermanos, y recordó que los religiosos y religiosas dan testimonio de la bondad de Dios.
En el día que la Iglesia recuerda la fiesta de la Presentación del Señor y celebra la Jornada Mundial de la Vida Consagrada, Francisco agradeció a Dios por tantas personas consagradas a Él que con su ejemplo y trabajo ayudan a toda la sociedad, y recordó que sería impensable una Iglesia sin tantos miles de monjas que ayudan en hospitales, colegios, misiones, etc. Pidió también por los jóvenes que Dios llama a consagrarse a Él y a los hermanos, y recordó que los religiosos y religiosas dan testimonio de la bondad de Dios.
El Papa confirmó que el "2015 será dedicado en modo especial a la vida consagrada", luego de que esta mañana, en la basílica de San Pedro, celebró con los religiosos de todo el mundo la misa para la jornada de la vida consagrada.
Asimismo, rezó por "nuevas vocaciones entre los jóvenes, que respondan sí al Señor que los llama a consagrarse totalmente a Él para un servicio desinteresado a los hermanos".
"Las personas consagradas -observó el Pontífice- son signo de Dios en los diversos ambientes de la vida, son levadura para el crecimiento de una sociedad más justa y fraterna, profecía de compartir con los pequeños y los pobres".
Así entendida y vivida "la vida consagrada nos aparece como es realmente: un don de Dios. Un don de Dios a la Iglesia, un don de Dios a su pueblo", agregó improvisando.
"Toda persona consagrada -prosiguió- es un don para el pueblo de Dios en camino. Hay tanta necesidad de estas presencias que refuerzan y renuevan el compromiso de la difusión del Evangelio, de la educación cristiana, de la caridad hacia los más necesitados, de la oración contemplativa, el compromiso de la formación humana y espiritual de los jóvenes, de las familias, el compromiso para la justicia y la paz en la familia humana".
Palabras del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas, buen día, ¡Veo a muchos en la plaza, abajo la lluvia, tienen mucho coraje!
Hoy celebramos la fiesta de la Presentación de Jesús al templo. Esta fecha es también la Jornada de la Vida Consagrada, que destaca la importancia que la Iglesia da a quienes han acogido la vocación de seguir a Jesús de cerca siguiendo el camino de los consejos evangélicos.
El evangelio de hoy nos cuenta que cuarenta días después del nacimiento de Jesús, María y José llevaron al Niño al templo para ofrecerlo y consagrarlo a Dios, como indicado por la ley judía. Este episodio evangélico constituye también una imagen aquellos por un don de Dios donan la propia vida, asumiendo así las facciones de Jesús, pobre y obediente.
Este ofrecimiento de sí mismos a Dios se refiere a todos los cristianos, porque todos hemos sido consagrados a Él mediante el bautismo. Todos hemos sido llamados a ofrecernos al Padre con Jesús y como Jesús, hacer de nuestra vida un don generoso en la familia, en el trabajo, en el servicio de la Iglesia, en las obras de misericordia.
Entretanto tal consagración es vivida de una manera particular por los religiosos, monjes, laicos consagrados, que tras profesar los votos pertenecen a Dios de manera plena y exclusiva.
Esta pertenencia al Señor permite a quienes la viven de manera auténtica, ofrecer un testimonio especial del evangelio del reino de Dios. Totalmente consagrados a Dios se encuentran enteramente entregados a los hermanos, para llevar la luz de Cristo allí donde las tinieblas son más densas y para difundir la esperanza en los corazones que perdieron la confianza.
Las personas consagradas son el signo de Dios en los diversos ambientes de la vida, son la levadura para el crecimiento de una sociedad más justa y fraterna, profecía de compartir con los pequeños y los pobres. Así entendida y vivida, la vida consagrada nos aparece realmente como és: ¡un don de Dios!
Cada persona consagrada es un don para el pueblo de Dios en camino. Necesitamos tanto de estas presencias, que refuerzan y renuevan con empeño la difusión del evangelio, de la educación cristiana, de la caridad hacia los más necesitados, de la oración contemplativa, el empeño de la formación humana y espiritual de los jóvenes, de las familias, el empeño por la justicia y la paz en la familia humana.
Pensemos un poco que sucedería si no existieran las monjas, sin las monjas en los hospitales,sin las monjas en las misiones, en las escuelas. Pensemos a una Iglesia sin las monjas, es impensable. Son este don y esta levadura que lleva al pueblo de Dios hacia adelante. Son grandes estas mujeres que consagran su vida y llevan adelante el mensaje de Jesús.
La Iglesia y el mundo necesitan de este testimonio del amor y de la misericordia de Dios. Los consagrados, los religiosos y religiosas son este testimonio de que Dios es bueno, de que Dios es misericordioso. Por ello es necesario valorizar con gratitud las experiencias de la vida consagrada y profundizar el conocimiento de los diversos carismas y espiritualidades.
Es necesario rezar para que tantos jóvenes respondan “sí” al Señor que los llama a consagrase totalmente al Él, y para dar un servicio desinteresado a los hermanos. Consagrar la vida para servir a Dios y a los hermanos.
Por todos estos motivos, como ya fue anunciado, el año próximo será dedicado de una manera especial a la vida consagrada. Confiamos desde ahora esta iniciativa a la intercesión de la Virgen María y de san José, que en cuanto padres de Jesús fueron los primeros a ser consagrados por Él y a consagrar su vida a Él.
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