“Estos nuestros pequeños hermanos, especialmente si no están acompañados, están expuestos a tantos peligros. Es necesario adoptar toda medida posible para garantizar a los menores emigrantes la protección y la defensa, así como también su integración”, pidió.
Dirigiendo un saludo especial a los representantes de las diversas comunidades étnicas presentes en la Plaza de San Pedro, el pontífice deseó “vivir con serenidad en las localidades que los reciben, respetando sus leyes y las tradiciones y, al mismo tiempo, custodiando los valores de sus culturas de origen”.
Tras subrayar que el encuentro de varias culturas es siempre un enriquecimiento para todos, el Papa agradeció a la diócesis de Roma y a todos los que trabajan con los emigrantes para recibirlos y acompañarlos en sus dificultades.
Asimismo, alentó a continuar con esta obra recordando el ejemplo de santa Francisca Cabrini, patrona de los emigrantes, de quien se conmemora este año el centenario de la muerte.
“Esta religiosa valiente dedicó su vida a llevar el amor de Cristo a todos los que estaban lejos de la patria y de la familia. Que su testimonio nos ayude a preocuparnos por el hermano extranjero, en el cual está presente Jesús, a menudo sufriente, rechazado y humillado”; subrayó.
Por último, Francisco saludó con afecto a los fieles provenientes de diversas parroquias de Italia y de otros países, así como a las asociaciones y diferentes grupos, el Santo Padre dirigió su saludo particular a los estudiantes del Instituto Meléndez Valdés de Villafranca de los Barros, en España.+
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