Durante la misa, que debió celebrarse dentro de la catedral por razones climáticas, el prelado expresó que “María es la escuela de la fiesta de toda la humanidad, el lugar donde aprendemos la delicadeza, la atención, la transparencia, el encuentro y la luminosidad de la fiesta”.
También, el obispo explicó las cuatro prioridades de la diócesis: Una Iglesia más abierta y cercana a todos; una Iglesia solidaria y samaritana; el compromiso social desde la fe en los adolescentes y jóvenes, y la Misión Permanente en REDd (Reflexión evangélica domiciliaria diocesana).
“¡Sigamos partiendo y repartiendo con alegría el pan de la Palabra que da vida!”, animó monseñor Lugones.
“El papa Francisco nos invita a contemplar a María misionera”, recordó y continuó: “Hoy la Iglesia nos pide que salgamos a la vastedad de las periferias existenciales para llegar al encuentro de tantos hermanos que necesitan la palabra, el abrazo, la escucha, la cercanía fraterna”.
“Es decisivo que podamos construir los cimientos de la paz que nos den el precioso andamiaje de esa paz, construida desde nuestros corazones y articulada con nuestro esfuerzo mancomunadamente logrado codo a codo, como esperanza fecunda de la promesa”, concluyó.
Concelebraron la Eucaristía los obispos auxiliares de Lomas de Zamora, monseñor Jorge Vázquez y monseñor Jorge Torres Carbonell, el párroco Hugo Barrios y varios sacerdotes.+
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