El Papa destacó la valentía y esperanza de dan las mujeres en tiempos difíciles

El Papa destacó la valentía y esperanza de dan las mujeres en tiempos difíciles

Ciudad del Vaticano (AICA): “Las mujeres son más valientes que los hombres”, expresó el papa Francisco, esta mañana en la audiencia general que celebró ante miles de fieles en el Aula Pablo VI. El pontífice, continuando sus meditaciones sobre la esperanza en las Sagradas, hoy reflexionó sobre la historia de Judit. Francisco puso de manifiesto la valentía de las mujeres que en tiempo duros para cualquier pueblo ellas aportan esperanza y destacó a las que, a veces humildes y tachadas de ignorantes, pero llenas de fe, de valor son capaces de orientar a los hombres y mujeres de su tiempo, que se enfrentan a una situación desesperada.

“Las mujeres son más valientes que los hombres”, expresó el papa Francisco, esta mañana en la audiencia general que celebró ante miles de fieles en el Aula Pablo VI. El pontífice, continuando sus meditaciones sobre la esperanza en las Sagradas, hoy reflexionó sobre la historia de Judit.

Francisco puso de manifiesto la valentía de las mujeres que en tiempo duros para cualquier pueblo ellas aportan esperanza y destacó a las que, a veces humildes y tachadas de ignorantes, pero llenas de fe, de valor son capaces de orientar a los hombres y mujeres de su tiempo, que se enfrentan a una situación desesperada.

“El Libro bíblico que revela el nombre de Judith narra la imponente campaña militar del rey Nabucodonosor, el cual, reinando en Nínive, amplía los confines de su imperio sometiendo y esclavizando a todos los pueblos de su entorno. El lector entiende que se encuentra delante de un grandísimo enemigo invencible que está repartiendo muerte y destrucción, y que llega hasta la Tierra Prometida, situando a los hijos de Israel ante un peligro muy serio”.

“El ejército de Nabucodonosor –continuó–, bajo la guía del general Oloferne, asedia una ciudad de Judea, Betulia, corta el suministro de agua y mina la resistencia de la población. La situación era dramática, hasta el punto de que los habitantes de la ciudad se rebelaron contra los ancianos pidiéndoles que se rindieran a los enemigos”.

“El fin parece inevitable, la capacidad de confiar en Dios se ha agotado y, paradójicamente, parece que, para escapar de la muerte, no queda más remedio que entregarse a las manos de los asesinos”.

Sin embargo, Francisco narró cómo “delante de tanta desesperación, el jefe del pueblo intenta llevar una última luz de esperanza: resistir todavía cinco días más, esperando la intervención salvífica de Dios. Pero se trata de una esperanza débil. En realidad, nadie, entre el pueblo, es ya capaz de esperar. En medio de este contexto aparece en escena Judith. Una viuda, una mujer de gran belleza y sabiduría que habla a las personas con el lenguaje de la fe”, pide al pueblo que no pongan a prueba al Señor.

El Papa concluyó: “Con la fuerza de un profeta, Judith convence a los hombres de su pueblo para llevarlos de vuelta a la fe en Dios. Con la mirada de un profeta, ve más allá del estrecho horizonte propuesto por los líderes y que el miedo convertía aún en más limitado. El Señor es el Dios de la salvación, sea cual sea la forma que adopta. La salvación está libre de enemigos y nos trae la vida, pero en sus planes impenetrables puede haber salvación también en la muerte”.

El personaje bíblico de Judit “nos muestra a una mujer llena de fe y de valor, capaz de orientar a los hombres y mujeres de su tiempo”, que “se enfrentaban a una situación límite y desesperada, hacia la verdadera esperanza en Dios”, dijo el Santo Padre en sus palabras en español y señaló que “ante las situaciones difíciles y dolorosas”, “el camino a seguir es el de la confianza en Dios”, y “nos invita a recorrerlo con paz, oración y obediencia”. Haciendo todo lo que esté en nuestra mano para superar estas situaciones, pero reconociendo siempre y en todo la voluntad del Señor.

“No pongamos nunca condiciones a Dios y dejemos, por el contrario, que la esperanza derrote a nuestros temores”, indicó. “Fiarse de Dios quiere decir entrar en sus planes sin ninguna pretensión, incluso aceptando que su salvación y su ayuda nos lleguen de una forma diferente a nuestras expectativas”.

Continuando con la figura de Judit, el Santo Padre subrayó que como ella, “tenemos que mirar más allá de las cosas del aquí y el ahora”, y “descubrir que Dios es un Padre bueno que sabe todo lo que nos hace falta mejor que nosotros mismos”.

“Nosotros pedimos al Señor vida, salud, afecto, felicidad, y es justo hacerlo, pero siendo conscientes de que Dios trae vida incluso de la muerte, que se puede experimentar la paz incluso en la enfermedad, y que nos puede dar serenidad también en la soledad, y felicidad en el llanto. Nosotros no somos quiénes para decirle al Señor lo que debe hacer, incluido aquello de lo que tengamos necesidad. Él lo sabe mejor que nosotros, y debemos fiarnos, porque su camino y su pensamiento son diferentes a los nuestros”.

Nosotros podemos pedirle todo lo que necesitemos, reiteró Francisco, pero “siempre con la humildad necesaria para reconocer su voluntad y entrar en sus designios”, aunque a veces “no coincidan con los nuestros”, “pues Él es el único que con su amor puede sacar vida incluso de la muerte, conceder paz en la enfermedad, serenidad en la soledad y el consuelo en el llanto”.

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