Mons. Buenanueva explicó qué significa “atreverse a llamar Padre a Dios”

Mons. Buenanueva explicó qué significa “atreverse a llamar Padre a Dios”

San Francisco (Córdoba) (AICA): En su tercera entrega de una serie de reflexiones sobre el padrenuestro, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, invitó a “Atrevernos a decir: Padre nuestro”, y ser hijos como lo fue Jesús, “dejando que su Espíritu nos moldee a su imagen y semejanza”.
El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, publicó en el periódico regional “La voz de San Justo”, la tercera de una serie de reflexiones sobre el padrenuestro, en esta ocasión titulada: “Atrevernos a decir: Padre nuestro”

“Atrevernos a llamar así al Padre implica también atrevernos a ser hijos como lo fue Jesús, dejando que su Espíritu nos moldee a su imagen y semejanza: la mente de Cristo en nosotros, sus mismos sentimientos y opciones, y la misma orientación de la vida”, expresó monseñor Buenanueva.

Por ello, para “reconocernos hermanos en la vida de cada día”, el prelado aseguró que debemos “tomar los evangelios y repasarlos con el corazón, una y otra vez”. “Allí, en cada palabra y en la trama de cada relato se nos revela qué significa para Jesús ser Hijo y se nos muestra nuestra propia vocación a la filiación y a la fraternidad”, afirmó.

“Hoy, que vivimos una crisis profunda de los vínculos humanos, atrevernos a llamar Padre a Dios significa animarnos a encarnar también en nuestra vida la misma opción de Jesús: Ser, hasta el final, hijo y hermano. Sin dudas, el que se atreva a vivir así conocerá, como Jesús, la sombra de la cruz. Pero también su fecundidad”, aseveró.

Luego, el obispo explicó que “un mundo que excluye a Dios es un mundo sin Padre y, por eso, sin hermanos”. “Es un mundo injusto, donde pocos tienen mucho y la mayoría, casi nada. Un mundo donde prevalece la prepotencia del más fuerte y la arrogancia de los que tienen en corazón enceguecido por el egoísmo”, indicó.

“Un mundo vacío, triste y sombrío, donde cada persona se resigna a su propia soledad, con el riesgo de ver en el otro, más que a un semejante a quien respetar, a un potencial adversario o enemigo a quien humillar y, llegado el caso, también eliminar”, continuó y aseguró: “Atrevernos a llamar ‘Padre’ a Dios es romper este malhadado círculo de muerte”.

Finalmente, concluyó: “Cada vez que, reunidos en torno al altar, rezamos el padrenuestro, somos desafiados a este atrevimiento según el evangelio ¡Atrevámonos! Allí está la vida verdadera”.+

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