El Papa reflexionó sobre su reciente visita a los países bálticos
El pontífice explicó que su misión “era anunciar nuevamente a aquellos pueblos la alegría del Evangelio y la revolución de la misericordia, de la ternura, porque la libertad no es suficiente para dar sentido y plenitud a la vida sin el amor, el amor que procede de Dios”.
El pontífice destacó el gran sufrimiento de los pueblos de estos tres países durante estos cien años de independencia en que han sufrido la ocupación nazi primero, y la soviética después.
Durante el viaje, hizo referencia en muchas ocasiones a la necesidad de conservar la memoria de ese sufrimiento.
En la Audiencia resumió el homenaje que realizó en Vilna a las víctimas del genocidio hebraico en Lituania, cuyo máximo exponente fue la destrucción del gueto de la capital lituana, del cual se cumplen 75 años, y que supuso el inicio del asesinato de decenas de miles de judíos.
“Al mismo tiempo, he visitado el Museo de la Ocupación y de la Lucha por la Libertad: he rezado en las estancias en las que fueron detenidos, torturados y ejecutados los opositores al régimen”. “Conmueve ver hasta qué punto puede llegar la crueldad humana. Pensemos en ello”.
Señaló que “en Lituania los católicos son mayoría, mientras que en Letonia y en Estonia prevalecen los luteranos y los ortodoxos, aunque hay muchísima gente que se ha alejado de la vida religiosa”.
“Por lo tanto, el desafío es reforzar la comunión entre todos los cristianos, ya desarrollada durante el duro período de las persecuciones. En efecto, la dimensión ecuménica era intrínseca a este viaje, y he expresado expresiones de ella en el momento de oración en la catedral de Riga y en el encuentro con los jóvenes en Tallin”.
En sus discursos, el Santo Padre puso de relieve también la importancia del diálogo intergeneracional. “He animado al diálogo entre las generaciones de ancianos y jóvenes, para que el contacto con las raíces pueda continuar fecundando el presente y el futuro”.
También los encuentros con sacerdotes, consagrados y seminaristas han tenido especial importancia. El Papa destacó ante ellos la importancia de la esperanza y de la constancia como virtudes de la vida religiosa y consagrada ya que permiten “estar centrados en Dios, firmemente enraizados en su amor”.
Como conclusión, el papa Francisco señaló que los países bálticos son prueba de que “el signo vivió del Evangelio siempre es la caridad concreta. Incluso donde más fuerte es la secularización, Dios habla con el lenguaje del amir, del cuidado, del servicio gratuito a quien tiene necesidad”.+
Publicar un comentario