Mons. Lozano: “El verdadero poder está en el servicio”
“Esta enseñanza de Jesús tiene consecuencias personales y pastorales. Lo personal es que cada uno de nosotros tiene que saber encontrar en el servicio a los hermanos aquello que de verdad lo distingue. La tentación que muchas veces tenemos quienes somos obispos, sacerdotes, diáconos, catequistas, responsables de alguna tarea en la comunidad es anhelar espacios de poder y de honor. O figurar para ser reconocido”, explicó.
“Jesús es muy clarito, ni en el poder ni en el honor encontramos la respuesta auténtica a la vocación recibida. El lugar está en el servicio y podríamos decir que quienes anhelan alcanzar o conquistar los espacios de los primeros lugares, en realidad son dignos de lástima”, agregó, y sostuvo: “El verdadero poder está en el servicio”.
El prelado puntualizó que “las consecuencias pastorales consisten en reconocer que estamos llamados a servir especialmente a los últimos, a ir a las periferias, al encuentro de los que no cuentan, a los que no son valorados por esta sociedad; a los que, como describe el documento de Aparecida, son considerados descartables, desechables, dejados de lado”.
“Esta opción no es una ‘estrategia’ para mejorar la imagen de la Iglesia, no es un maquillaje o sonrisa para la foto, sino fidelidad al Maestro. Es necesario desprendernos de la imagen piramidal de la Iglesia, para reconocernos como un ‘Pueblo que camina, anuncia y sirve’”.
El arzobispo sanjuanino recordó que “antes de la Última Cena Jesús se inclinó ante los discípulos para lavarles los pies. Y les explicó: ‘Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes’”.
“La transformación de la realidad empieza desde los últimos, desde los postergados, desde las periferias. Allí encontramos la fuerza renovadora del Espíritu Santo presente en los pobres y postergados”, aseveró.
Monseñor Lozano citó el capítulo 25 de San Mateo, al que el papa Francisco llama el “Gran Protocolo” para alcanzar la santidad: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste, sin casa y me alojaste”.
“Claro que esta propuesta del Evangelio es, podríamos decir, a contrapelo de muchos de nuestros anhelos y deseos de protagonismo, pero si queremos alcanzar la felicidad tenemos que tomar el camino de la cruz, el camino del sufrimiento, y parecernos cada vez más a Jesús, que no vino a ser servido sino a servir y entregar su vida por todos”, concluyó.+
Publicar un comentario