La Oficina de Prensa de la Santa Sede indicó que la donación se canalizó a través de la Congregación para las Iglesias Orientales, que instituyó un fondo de emergencia siguiendo las instrucciones del Francisco, tras la solicitud de las nunciaturas apostólicas.
En una carta, difundida el pasado 6 de abril, el limosnero pontificio pidió a los cardenales, arzobispos, obispos y prelados que componen la Capilla Papal que se unieran al pontífice “a través de una ofrenda” y que posteriormente el Santo Padre decidiría “el destino de las limosnas recogidas para la emergencia sanitaria”.
El Fondo para las Iglesias Orientales donó recientemente respiradores a varios hospitales de Siria, Jerusalén y Belén y equipos de diagnóstico a Gaza, para ayudar a la asistencia contra la pandemia del coronavirus.
Este último gesto de la Curia no es la primera ni la única acción surgida desde la Santa Sede. La propia Limosnería Apostólica mantuvo sus servicios a pesar de la pandemia. Así, por ejemplo, la semana pasada el cardenal Krajewski estuvo atendiendo a las personas sin hogar que viven en la zona de la estación de Termini en Roma.
El pasado 6 de abril, con aporte inicial de 750.000 dólares, Francisco creó recientemente otro fondo de emergencia para Obras Misionales Pontificias (OMP) con el fin de recaudar dinero destinado a la ayuda a la lucha contra el coronavirus en zonas de misión.
Igualmente, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) redujo a la mitad los alquileres de locales y edificios en Roma de los que es propietaria, dado que los comerciantes atraviesan graves dificultades económicas a causa del inevitable cierre de los negocios. +
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