Mons. Ñáñez: Una nueva alianza más honda y más eficaz
Durante la homilía, se refirió a la liturgia de la Iglesia, “que enmarca esta celebración en el contexto de la Pascua. Desde la antífona de entrada se habla del ministerio de la cruz…”, explicó monseñor Ñáñez. “Había llegado la hora en que el Señor se iba a ofrecer”, y recordó en ese marco, los dos sacramentos que el Señor instituyó: “El de la Eucaristía y el del sacerdocio, sumado al gesto impresionante del lavatorio de los pies”.
Reflexionando sobre los gestos de la última cena, monseñor Ñáñez dijo: “A través de estos gestos que el Señor realiza con sus discípulos, adelanta la realización de una nueva alianza, más honda y eficaz que la primera alianza, que se sella con la sangre de Jesucristo derramada en la cruz. El Señor le indica a los apóstoles que deben realizar esto: les da un mandato. Los capacita y los habilita a hacer lo mismo”.
Seguidamente, haciendo referencia al sacerdocio, agradeció al Señor “por este don que sin mérito nuestro nos ha regalado. Hace unos días, eligiendo un mensaje a los sacerdotes, los invitaba a celebrar esta misa y a tener la hostia consagrada en nuestras manos, renovando nuestras promesas sacerdotales con el propósito de servir al Señor con generosidad y total fidelidad”, expresó.
Monseñor Ñáñez mencionó a la Eucaristía como “una maravilla”: “Cada vez que la celebramos, el misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo acontece de la misma manera. Porque sobre la cruz Jesús es el único que ofrece el sacrificio. Y la Eucaristía, abre ese su sacrificio para que también nosotros lo tomemos”.
Por este motivo, recordó que “cuando participamos de la Eucaristía, no simplemente la oímos y escuchamos, sino que el sacrificio se actualiza. Queremos tomar nuestra vida y ponerla frente a Jesús, con la seguridad de que esa ofrenda va a ser aceptada. La presencia del Señor en la Eucaristía es presencia en nuestra peregrinación, es consuelo en nuestras dificultades, es fuente de fortaleza y esperanza”, afirmó, recordando que “también nos ofrece la posibilidad de intimidar con el Señor presente en el Santísimo Sacramento”.
Luego el arzobispo cordobés se preguntó “¿No será un inminismo eso?”. “No, porque luego el Señor realiza un gesto simbólico, con el lavado de los pies a los discípulos: Él es el servidor y su servicio principal va a ser la entrega de su vida. Un gesto ejemplar porque Jesús dice a los discípulos: ‘Hagan ustedes lo mismo’. Entonces aquí está el mandamiento de la caridad”, explicó.
Y, a su vez, denominó este gesto como “plenificador”: “‘Ustedes serán felices si sabiendo estas cosas las ponen en práctica’, dijo Jesús. Tenemos que creer en lo que Jesús nos dice y animarnos en la seguridad de que no quedaremos defraudados porque lo que Jesús nos promete es ser felices”.
Al concluir, monseñor Ñáñez pidió por los afectados por el coronavirus, rezó por los agentes sanitarios y los agentes pastorales que acompañan a los enfermos. “Que seamos servidores generosos e incansables del pueblo santo del Señor”, finalizó.+
Publicar un comentario