Mons. Sucunza recordó los tres regalos del Jueves Santo: la eucaristía, el sacerdocio y la caridad
“Concluimos los cuarenta días de nuestro camino cuaresmal y comenzamos el solemne triduo pascual con los momentos fundamentales de este camino”, comenzó diciendo monseñor Sucunza, a cargo de la homilía. “Estamos recuperando en la valoración de nuestra vida la institución de la Eucaristía. Jesús ha querido quedarse allí como alimento permanente de nuestra vida”, afirmó.
“Además –añadió– recordamos la institución del sacerdocio, en el momento que el Señor dice: ‘Hagan esto en mi memoria’. La tercer cosa que grabamos en nuestro corazón es el mandato del lavatorio de los pies, en el que Jesús les dice a los discípulos: ‘Lo que yo hice con ustedes, háganlo ustedes con los demás’. Aquí está el fundamento del mandamiento del amor, el mandato de la caridad”, indicó el obispo auxiliar de Buenos Aires.
Tomando los “tres regalos” que dejó el Señor el Jueves Santo, que son “alimento para el camino: la eucaristía, el sacerdocio y la caridad”, monseñor Sucunza recordó las palabras del papa Francisco del 27 de marzo, y tomó tres reflexiones para “redescubrir el valor del sacramento de la eucaristía, ministerio el sacerdocio y del mandato la caridad”.
En primer lugar, citó: “Nos dimos cuenta que estábamos en la misma barca todos frágiles y desorientados”. Luego, recordó el momento en que los discípulos dicen a Jesús: “No te importa que nos estemos hundiendo en esta barca”, y recordó la expresión del Papa: “Le habrá sacudido esto a Jesús, porque a Él le importamos más que nadie”.
“Estos pensamientos nos hacen relacionar estos tres gestos de Jesús como aquellas cosas que seguramente Dios ha previsto para hacernos plantear más profundamente”, dijo monseñor Sucunza, y agregó: “’En la cruz tenemos un ancla, tenemos un timón, tenemos una esperanza’, es decir, esta tormenta que se plantea en el mundo, encuentra en nuestra fe estos elementos valiosos con los cuales, rescatados hemos de salir adelante”
Al concluir, agradeció al Señor por el regalo de la Eucaristía, por el regalo del sacerdocio y “por el supremo testimonio del amor de Jesús entregando su vida”.+
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