Recordaron el genocidio armenio en la catedral armenia católica de Buenos Aires

El 99º aniversario del genocidio armenio de 1915 fue conmemorado con una misa que presidió el obispo de la eparquía armenia católica de Buenos Aires y exarca apostólico para el resto de América latina, monseñor Vartan Boghossian, el domingo 5 de mayo en la catedral Nuestra Señora de Narek, Charcas 3529.

Luego hubo un acto en la calle, frente a la Catedral, ante el monumento que recuerda a las víctimas de esa masacre, donde fue depositada una ofrenda floral y unos jóvenes bailaron danzas típicas armenias, en presencia del embajador de Armenia, Vahagn Melikian, y del director de Culto Católico de la Cancillería, doctor Luis Saguier Fonrouge.

Al concluir la misa, el párroco de la Catedral, padre Pablo Hakimian, leyó una reciente declaración del patriarca de Cilicia de la Iglesia Católica Armenia, el Catolicós Nersés Bedros XIX, que dice que esta Iglesia abrirá la causa de beatificación de víctimas de esa masacre, presuntos mártires, por lo cual se pidieron testimonios y oraciones.


Al final, unas 200 personas participaron de un almuerzo en el salón de actos ubicado debajo del templo.


Recuerdo del beato mártir Malovan en la misa

En la misa que presidió monseñor Boghossian, concelebrada por el padre Hakimian, y ayudada por cinco acólitos, con el incensario y campanillas, se colocó a un costado del altar un cuadro del beato Ignacio Malovan. Nacido en 1869, era obispo armenio católico de Mardin, en la Armenia histórica, hoy territorio de Turquía, cuando murió mártir masacrado el 11 de junio de 1915.


La misa, celebrada con toda solemnidad, acompañada con cantos por un coro y seguida con devoción por los fieles, duró más de una hora y media. En un momento de la celebración los fieles se acercan a besar el Evangelio. El obispo dio la comunión bajo las dos especies.


Monseñor Boghossian agradeció a la patria argentina que acogió generosamente a los antecesores de los presentes y dijo que se recordaría el genocidio “a la luz de la resurrección de Cristo y del tiempo pascual”.


Haciendo una visión panorámica del pueblo armenio desde los orígenes de su historia, lo calificó como un pueblo fiel a la fe que ha recibido y que en el año 301 se definió oficialmente como primer pueblo cristiano de la historia. Afirmó que ha pagado con su sangre su fidelidad.


El prelado recordó las matanzas previas de 1894 y 1909, y cómo el genocidio empezó el 24 de abril de 1915, con la detención y prisión de la clase dirigente armenia, llevados a la muerte; siguió con los varones, con la excusa de trabajos, y luego, en un tercer paso, con mujeres y niños deportados en caravanas hacia el desierto sirio.


Trajo a colación el genocidio de los judíos y el de Ruanda, y dijo que “toda vez que esto ocurre, la humanidad grita nunca más.. y sigue aconteciendo”. Lamentó que el conjunto de las naciones no tome posición a favor de los pueblos que son exterminados. Y estimó que el genocidio sigue porque no fue reconocido todavía por el Estado turco que continúa al Imperio Otomano.


Manifestó que alegra el reconocimiento del primer ministro turco sobre todas las víctimas que murieron en la zona durante la Primera Guerra Mundial, incluidos los armenios, “pero nosotros sabemos que no es suficiente”, acotó.


“Tenemos que hacer oír la voz de los que fueron masacrados, tenemos que exigir justicia”, dijo, tras señalar que la negación persiste hasta hoy.


“Dios no hace acepción de personas ni de pueblos”

Recordó que los católicos armenios tenían 150.000 feligreses en 18 diócesis en el imperio Otomano. Evocó cómo defendió el papa León XIII a aquellos masacrados en la primera fase de las matanzas, en 1894. Y ni hablar luego del papa Benedicto XV, la primera alta autoridad que levantó la voz al mundo para denunciar el genocidio de 1915 y mandó una carta al sultán Abdul Hamid. Cuando murió Benedicto XV, el consejo armenio envió una nota destacando su acción.


Monseñor Boghossian dijo que Dios no hace acepción de personas ni de pueblos, es para todos. “No pensamos que seamos un pueblo mejor que los demás”, dijo a los miembros de su comunidad, al tiempo que precisó que “por pura gratuidad, Dios nos dio primero la fe cristiana como pueblo”. Recordó que el millón y medio de mártires habían recibido el bautismo, han resucitado con Cristo en el bautismo.


“No hay lugar para odios –manifestó-, ni contra el pueblo turco ni contra nadie. La fe nos llama al perdón. Pero la justicia y el perdón caminan juntos”.


Y pidió a los recientemente canonizados papas Juan XXIII y Juan Pablo II que “nos ayuden a hacer justicia en nombre de nuestros antepasados, a guardar nuestra fidelidad a la fe y a la cultura armenia”.


Al final, el obispo pidió al padre Hakimian que leyera el decreto del Catolicós Nerses Bedros del 13 de abril último, que señala que continúa el proceso jurídico iniciado con la beatificación del bienaventurado monseñor Ignacio Maloyan, arzobispo de Mardín, proclamando “la apertura oficial de la causa de Beatificación de una multitud de Sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, presuntos mártires, de este terrible genocidio. Estamos seguros que esas beatificaciones no solamente reafirmarán la fe cristiana del pueblo armenio–dice–, sino que contribuirán también al reconocimiento internacional del primer genocidio del siglo veinte, especialmente con relación a los Estados que hasta hoy quedaron omisos y a la Organización de las Naciones Unidas”.


Responso y alocución

Concluida la misa, el obispo rezó un responso en el atrio de la Catedral, fuera del templo, donde había banderas argentinas, armenias y de la Santa Sede. Cuando se colocó una ofrenda floral, un integrante del Regimiento de Granaderos a Caballo hizo un toque de silencio. Se cantaron los himnos nacionales argentino y armenio. En la plazoleta cercana Monte Ararat un gran cartelón de tela decía “Primer genocidio del siglo XX. Homenaje a los 1.500.000 armenos masacrados por los turcos en 1915”.


Desde el atrio, mirando a la calle, disertó el director general del Consejo Nacional Armenio de Sudamérica, doctor Alfonso Tabakian. Señaló que el 24 de abril de 1915 marcó un momento trágico, un corte en la historia de los armenios. Y dijo que tras la deportación y la masare, comenzó la reconstrucción del pueblo armenio. “El proceso de luto fue largo. Nos costó organizarnos y salir al mundo en busca de justicia y reconocimiento”, admitió.


Precisó que en 1965, Uruguay fue el primer Estado que reconoció oficialmente el genocidio y que en la Argentina, la ley 26.199 lo reconoció al fijar el 24 de abril como día de la tolerancia y el respeto entre los pueblos. Y agregó que la Justicia argentina reconoce al Estado turco como autor institucional y material del genocidio.


Sin embargo, señaló, Turquía todavía no reconoce estos crímenes cometidos. Expresó que el negacionismo se expresa en el cierre de las fronteras de Turquía con Armenia, en “la violencia de las palabras de las autoridades turcas”, en los ataques que sufre la ciudad de Kessab, en Siria, con mayoría armenia, por grupos fundamentalistas que ingresan al país desde la frontera turca.


“Lejos del odio, la población armenia habla con la vida, con la fe”, dijo el joven dirigente. “Hoy hemos recuperado parte de nuestros territorios, debemos seguir trabajando”.


Tabakian dijo que a las palabras de condolencia del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan “le respondemos con la vida. Nosotros no queremos violencia, nosotros queremos justicia”.


Hubo luego danzas típicas por alumnos del Colegio Mekhitarista, ataviados con vestimentas tradicionales. Entre otras personas, asistieron Isaac Nicohosian, vicepresidente del Centro Armenio; Hampart Zum Halanian, presidente, y Adolfo Smirlian, por la Unión General Armenia de Beneficencia; Samo Sarkissian, de la Unión Cultural Armenia Sharyum, y la doctora Rosa Magian, directora de la Cátedra Libre Armenia de la Universidad John F. Kennedy.


Unas 200 personas compartieron luego un almuerzo, llamado madagh, que se ofrece en conmemoración de los difuntos. Se sirvió pilaf, una comida de granos de trigo, garbanzo y arroz, y halvá, un poste de maicena con nueces, acompañado de airan, una especie de yogurt. Dio un breve saludo en castellano la cónsul de Armenia, Esther Mkrtumyan. Y el padre Hakimian destacó el sentido de gratuidad, de compartir, que tiene el madagh y agradeció a todos “vuestra presencia que no hace más que agrandar nuestra familia”.


El recuerdo del 24 de abril

El 24 de abril, al mediodía, el obispo Boghossian había asistido a la misa presidida por el arzobispo de la Iglesia Apostólica Armenia, monseñor Kissag Mouradian, en la Catedral San Gregorio el Iluminador, Armenia 1353.


Luego se rezó ese día una oración ante un monumento con la presencia de distintas autoridades, entre ellas, los diputados nacionales Hermes Binner y Claudio Lozano, el subsecretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Ciudad, Claudio Avruj, y el director de Cultos de la Ciudad, Alfredo Abriani. Asistieron también embajadores y otros representantes diplómaticos de varios países.


El obispo católico participó luego en un acto realizado en el salón de actos del Centro Armenio, con una altísima concurrencia que casi sobrepasaba la capacidad del lugar. En ese acto se vieron escenas de la visita de Juan Pablo II a Armenia en 2001, se lo vio con el patriarca supremo y Catolicós de la Iglesia Apostólica Armenia, Karekin II, y con el arzobispo local Mouradian, y se escucharon canciones patrióticas por el cantor franco armenio Charles Aznavour (Aznavourian).


En ese acto cantó el artista Raúl Lavié y el doctor Leandro Despouy, presidente de la Auditoría General de la Nación, recordó con emoción cómo se llegó a calificar en las Naciones Unidas como genocidio a la masacre del pueblo armenio, cuando él presidía la Comisión de Derechos Humanos del organismo internacional.


Expuso ese día como orador invitado el periodista turco Ragip Zarakolu, detenido más de una vez en su país, quien señaló que en Siria una nueva generación de sobrevivientes armenios está en peligro por los grupos terroristas que cruzan desde la frontera con Turquía, a la que calificó como “un colador”. El periodista señaló que las comunidades cristianas de Siria están en peligro de aniquilación y afirmó que la humanidad tiene que reaccionar. (Jorge Rouillon)



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