Ante la multitud reunida en la Plaza de San Pedro, el pontífice recordó que Jesús fue paciente durante los tres años de su vida pública.
“Pensemos en el episodio de la madre de Santiago y Juan, que pidió para sus hijos que se sentaran uno a su derecha y otro a su izquierda en el Reino de los Cielos. Jesús, en cambio, aprovechó esa situación para enseñarles y corregirlos”, indicó.
El Papa aseguró que “sufrir con paciencia los defectos del prójimo” es una obra de misericordia espiritual que está relacionada con otras dos: “Corregir al que se equivoca” y “enseñar al que no sabe”.
"Obras de misericordia todos conocemos bien, pero no ponemos en práctica como deberíamos: soportar pacientemente a las personas molestas. Y hay muchas", sostuvo.
"Las personas molestas suelen ser las más cercanas a nosotros. Entre los familiares, en el trabajo y en el tiempo libre", agregó.
El Papa reconoció que ayudar a los otros para que crezcan en la fe y caminen en la vida “supone un gran esfuerzo”, pero que esta exigencia de aconsejar, amonestar y enseñar “no nos ha de llevar a considerarnos mejores que los demás, sino, más bien, nos impulsa a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes con lo que pedimos a los demás”.
Francisco llamó a enseñar a mirar a lo esencial, a descubrir qué quiere el Señor de cada uno y evitar la tentación de caer en la adulación, además de "no sentirnos superiores a los demás”.
"Que el Espíritu nos ayude a ser humildes y pacientes", concluyó.+
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