Mons. Zurbriggen llamó a contemplar “el milagro de la luz en medio de la tiniebla”
El prelado recordó que Cristo es “la luz verdadera que viene a iluminar y salvar de las oscuridades de la vida” y que esa es la razón de la fiesta: “La alegría de los pastores, la alegría de los pobres, la alegría de los pecadores, la alegría que nosotros también nos llena el corazón, la alegría inmensa de los sienten la ternura de Dios”.
Monseñor Zurbriggen reconoció que “también nosotros caminamos en la oscuridad de la vida”, con preocupaciones, pecados y tristezas, pero “con el deseo creyente de encontrarnos con la luz del amor de Cristo”.
Ante la oscuridad del mundo, provocado por las injusticias, las guerras, la muerte y el sufrimiento, “Dios hoy nos ha hecho el regalo más grande, nos ha regalado a Su Hijo, para que ilumine la oscuridad de nuestro mundo con la luz inmensa de su amor y su ternura”, destacó el prelado, e hizo hincapié también en los problemas que atraviesa la comunidad de Deán Funes: las familias fragmentadas, los padres ausentes, las falta de diálogo, la violencia familiar, la ancianidad abandonada, la falta de trabajo, y el sufrimiento callado y resignado de tantos jóvenes que sienten que no tienen futuro y que tampoco encuentran quien los escuche y, por eso, son víctimas de las drogas y otras tantas adicciones.
“El Niño que nos ha nacido está lleno de vida, amor, de misericordia, y viene a compartir con nosotros, a abrazarnos, a rescatarnos, viene a Salvarnos”, afirmó monseñor Zurbriggen, y alentó a abrir el corazón “lleno de fe y de amor” para contemplar en el Niño recostado en el pesebre “el milagro de la luz en medio de la tiniebla, el milagro de la fuerza del amor de Dios en medio de la fragilidad, el milagro de la infinita grandeza en la fragilidad de un Niño”.
El prelado finalizó deseando que “ojalá abramos nosotros las puertas del pesebre de nuestro corazón y recibamos en nuestras familias al amor de Dios, a la luz que viene a iluminar nuestras vidas”.+
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