Francisco: “Quien reconoce sus errores recibe la comprensión y el perdón de los demás”
Ante miles de peregrinos reunidos en el Aula Pablo Vi del Vaticano, el pontífice detalló la fórmula penitencial a partir de la necesidad de escuchar la voz de la conciencia para prepararse al encuentro con Dios.
En este sentido, explicó el sentido de la confesión comunitaria, del gesto de golpearse el pecho, la súplica a la Virgen María, a los ángeles y los santos. También recordó el ejemplo de penitentes que han abierto sus corazones a la gracia de Dios.
Francisco precisó que el acto introductorio que se cumple comunitariamente, en el que el sacerdote invita a reconocer los pecados guardando un momento de silencio, “favorece la actitud con la cual disponernos a celebrar dignamente los santos misterios, al reconocer ante Dios y ante nuestros hermanos nuestros pecados”.
“En ese acto introductorio, el sacerdote invita a reconocer nuestros pecados guardando un momento de silencio. Cada uno entra en su interior para tomar conciencia de todo lo que no corresponde con el plan de Dios. Por eso, confesamos en primera persona del singular diciendo: ‘He pecado mucho de pensamiento, palabras, obras y omisión’”, detalló.
El Papa se detuvo en las omisiones, para subrayar que no es suficiente no hacer mal a nadie, sino que es necesario hacer el bien, y destacó que cada uno debe aprovechar las ocasiones que se presentan para dar testimonio – un buen testimonio - de que es discípulos del Maestro.
Asimismo, puntualizó que uno confiesa que somos pecadores “tanto a Dios como a los hermanos”, porque esto ayuda a comprender la dimensión del pecado que, mientras nos separa de Dios, “nos divide de nuestros hermanos, y viceversa”.
"La fórmula del acto penitencial, está acompañada con el gesto de golpearse el pecho para indicar que el pecado es propio y no de otro”, indicó, al lamentar que muchas veces por miedo o vergüenza se señale con el dedo para acusar a otros. “Cuesta admitir que somos culpables, pero nos hace bien confesarlo con sinceridad”, observó.
El Papa recordó los ejemplos luminosos de penitentes cristianos que ofrece la Sagrada Escritura, como el rey David, san Pedro, Zaqueo, o la mujer samaritana, que, volviendo en sí tras haber cometido el pecado, encontraron la valentía para quitarse la máscara y abrirse a la gracia que renueva el corazón, es decir, a la gracia de Dios.
“Medirse con la fragilidad del barro con el que somos amasados, - enseñó - es una experiencia que nos fortalece, porque a la vez que nos ocupamos de nuestra debilidad, abre nuestro corazón para invocar la misericordia divina que transforma y convierte”.
"Después de esta confesión, suplicamos a la Virgen María, a los ángeles y a los santos que intercedan ante el Señor por nosotros". Nuestra Madre, los ángeles y santos, son nuestros amigos y modelos de vida, y su intercesión nos sostiene en nuestro camino hacia la plena comunión con Dios.
A los peregrinos de lengua española, el Obispo de Roma deseó que éste sea un tiempo de paz: “Que puedan contemplar el abrazo de amor y ternura del Señor en sus vidas”, manifestó.
Francisco también los invitó a una renovación interior siguiendo el ejemplo de tantos personajes de la Sagrada Escritura, quienes, a pesar de haber ofendido a Dios, fueron capaces de pedirle perdón con humildad y sinceridad, y pudieron experimentar su misericordia que transforma y da la alegría verdadera.+
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