Entre los participantes de la reunión se encontraban el recién elegido presidente de la federación nacional de Cruz Roja y Medialuna Roja, Francesco Rocca, y representantes de estas dos asociaciones de ayuda humanitaria, entre ellos, el presidente de Media Luna Roja de Siria, Palestina, Irán, y Bangladesh, así como los presidentes de Cruz Roja de la Argentina, Venezuela, China, Haití, Antigua y Barbuda y Zimbabwe.
Tras escuchar al presidente Francesco Rocca, el Santo Padre agradeció a los miembros y voluntarios presentes por el “servicio insustituible y precioso que llevan a cabo, ya sea a través de la labor material y concreta que realizan en tantos países, como por el espíritu con el cual trabajan, que contribuye a difundir una mentalidad nueva, más abierta, más solidaria”.
“La acción de ustedes, por tanto, merece aún más la gratitud de cada ciudadano ya que se realiza en las más diversas situaciones, teniendo que lidiar fatigas y peligros de diversa índole”, dijo el Papa destacando el enorme valor de la ayuda que prestan a las víctimas de terremotos y otros desastres naturales, aliviando así el padecimiento de las poblaciones afectadas, lo que representa “un signo de la cercanía de todo el pueblo italiano”.
La misión del voluntario reflejada en el Buen Samaritano
Asimismo, el Papa hizo hincapié en la encomiable labor de Cruz Roja en cuanto a la asistencia que proporcionan a los migrantes. “De igual valor es el compromiso que ustedes ponen en el rescate de los migrantes durante su arduo viaje por el mar y en recibir a aquellos que desembarcan y esperan ser bienvenidos e integrados. La mano ustedes les ofrecen y de la que ellos se aferran es una gran señal que debería ser traducida como: No te ayudo sólo en este momento, para sacarte del mar y llevarte a un lugar seguro, sino que te aseguro que estaré contigo y tomaré de corazón la responsabilidad de tu destino”, expresó Francisco y agregó: “Por esta razón, su presencia junto a los migrantes es un signo profético, tan necesario para nuestro mundo”.
También, recordó que la misión del voluntario, “llamado a inclinarse sobre cualquiera se encuentre en necesidad y prestarle su ayuda de manera amorosa y desinteresada”, recuerda la figura evangélica del Buen Samaritano. “Una parábola de Jesús cuya riqueza inagotable nos ofrece una luz preciosa sobre las acciones y los valores que recogidos en sus Estatutos”, señaló el Papa haciendo hincapié en dos principios fundamentales de estas asociaciones: el de humanidad y el de la imparcialidad.
Actuar con humanidad sin hacer prejuicios
“Una humanidad que conduce a ‘prevenir y aliviar el sufrimiento humano en todas partes’ y en virtud de la cual ustedes se ocupan de los sufrimientos de muchas personas, y que es la misma que impulsa al buen samaritano a inclinarse sobre el hombre herido tendido en el suelo. Él siente compasión y se hace su prójimo: sin compasión, se mantendría a distancia, y el hombre atacado por los ladrones seguiría siendo para él un sujeto sin rostro”, agregó el Pontífice haciendo alusión a “tantos niños, ancianos, mujeres y hombres cuyos rostros no son reconocidos como únicos e irrepetibles, sino que continúan siendo invisibles, escondidos bajo la sombra de la indiferencia”.
“Afirmar el principio de humanidad significa, por tanto, convertirse en promotores de una mentalidad enraizada en el valor de cada ser humano y de una práctica que ponga al centro de la vida social, no los intereses económicos, sino el cuidado de las personas”, afirmó.
Un servicio imparcial por encima de todo
En cuanto al segundo principio de los estatutos de la organización de Cruz Roja, señalado por el Papa, la imparcialidad, Francisco observó que esta se manifiesta en el hecho de “no basar las acciones propias en ninguna distinción de nacionalidad, raza, credo religioso, clase social u opinión política” y de la cual deriva un tercer principio: la neutralidad, que hace que este movimiento “no se alinee con ninguna de las partes enfrentadas en los conflictos, o controversias políticas, raciales o religiosas”.
“El samaritano del Evangelio actúa de manera imparcial: no cuestiona al hombre que yace en el suelo antes de ayudarlo para saber cuál es su procedencia y su fe o para entender si ha sido herido justa o injustamente. No. El buen samaritano no somete al hombre herido a ningún examen previo, no lo juzga y no subordina su ayuda a las prerrogativas morales, ni siquiera a las religiosas. Simplemente alivia sus heridas y luego lo confía a una posada, encargándose primero de todas sus necesidades materiales, que no pueden posponerse”, explicó el Papa reiterando que detrás de la figura del samaritano “se encuentra la del propio Jesús, que se inclinó sobre la humanidad y sobre cada uno de los que ha querido llamar hermanos, sin hacer distinción, pero ofreciendo su salvación a cada ser humano”.
La misión de la Cruz Roja: promover entendimiento y paz entre los pueblos
“La Cruz Roja italiana comparte los principios de humanidad, imparcialidad y neutralidad con el Movimiento Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja que, reuniendo hasta 190 movimientos nacionales, constituye una red internacional necesaria para coordinar y ‘globalizar’ los esfuerzos de socorro, que garantizan la promoción del ‘entendimiento mutuo, la amistad, la cooperación y la paz duradera entre los pueblos’”, añadió finalmente el Santo Padre poniendo de relieve estas palabras que son siempre el significado de su misión: la construcción de una comprensión mutua entre las personas y los pueblos, y el nacimiento de una paz duradera, que solo puede basarse en un estilo de cooperación, que se fomente en todos los entornos humanos y sociales, y en sentimientos de amistad.
Recen a sus compañeros que donaron la vida en servicio
Y para poder seguir adelante con esta misión, el Papa exhortó a pedir la ayuda “del Espíritu del Resucitado, que es Espíritu de amor y de Paz”, pidiendo también la bendición de Dios para todos los miembros de estas asociaciones, especialmente para aquellos que han perdido la vida en el desarrollo de sus servicios, o mejor dicho "no han perdido la vida, sino que la han donado", afirmó Francisco, señalando que "son mártires", que han entregado el don más grande que tenían: la propia vida. "Y Jesús nos dice que no hay amor más grande que dar la vida por los demás", concluyó el Santo Padre, animando a los presentes en la audiencia a "rezar a estos compañeros, para que desde el cielo los animen, los ayuden y los protejan".+
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