Trujillo (Perú) (AICA): En la segunda jornada de su visita pastoral al Perú, el papa Francisco celebró una misa en la playa de Huanchaco, en la ciudad norteña de Trujillo. En su homilía, el Santo Padre recordó que “Jesús en la cruz quiere estar cerca de cada situación dolorosa para darnos su mano y ayudar a levantarnos”.
“Estas tierras tienen sabor a Evangelio. Todo el entorno que nos rodea, con este inmenso mar de fondo, nos ayuda a comprender mejor la vivencia que los apóstoles tuvieron con Jesús; y hoy, también nosotros, estamos invitados a vivirla”, comenzó el Papa, y expresó su alegría de saber “que han venido desde distintos lugares del norte peruano para celebrar esta alegría del Evangelio”.
“Los discípulos de ayer, como tantos de ustedes hoy, se ganaban la vida con la pesca”, comparó Francisco: “Salían en barcas, como algunos de ustedes siguen saliendo en los ‘caballitos de totora’, y tanto ellos como ustedes con el mismo fin: ganarse el pan de cada día”, agregó, y reconoció que “en eso se juegan muchos de nuestros cansancios cotidianos: poder sacar adelante a nuestras familias y darles lo que las ayudará a construir un futuro mejor”.
“Ustedes, al igual que los apóstoles, conocen la bravura de la naturaleza y han experimentado sus golpes”, señaló el Papa, y advirtió que las consecuencias dolorosas “todavía están presentes en tantas familias, especialmente aquellas que todavía no pudieron reconstruir sus hogares”.
“Queremos unirnos a Jesús. Él conoce el dolor y las pruebas; Él atravesó todos los dolores para poder acompañarnos en los nuestros”, destacó el Pontífice, y afirmó que “Jesús en la cruz quiere estar cerca de cada situación dolorosa para darnos su mano y ayudar a levantarnos”.
“Él entró en nuestra historia, quiso compartir nuestro camino y tocar nuestras heridas. No tenemos un Dios ajeno a lo que sentimos y sufrimos, al contrario, en medio del dolor nos entrega su mano”, añadió, y destacó la importancia de estar unidos y “llenos de esa unión que es fruto del Espíritu Santo”.
En referencia al Evangelio, Francisco señaló la importancia de “llenar nuestras vidas con ese aceite que permite encender nuestras lámparas en las múltiples situaciones de oscuridad y encontrar los caminos para salir adelante”.
El Pontífice hizo hincapié en el momento en que la población de Trujillo se vio afectada por las consecuencias del Niño: “Estas tierras supieron ponerse en movimiento y estas tierras tenían el aceite para ir corriendo y ayudarse como verdaderos hermanos. Estaba el aceite de la solidaridad, de la generosidad que los puso en movimiento y fueron al encuentro del Señor con innumerables gestos concretos de ayuda”, reconoció.
“En medio de la oscuridad junto a tantos otros fueron cirios vivos que iluminaron el camino con manos abiertas y disponibles para paliar el dolor y compartir lo que tenían desde su pobreza”, agregó.
“El alma de una comunidad se mide en cómo logra unirse para enfrentar los momentos difíciles, de adversidad, para mantener viva la esperanza”, advirtió.
El Santo padre también se refirió a “otras tormentas” que pueden estar azotando las costas y, “en la vida de los hijos de estas tierras, tienen efectos devastadores”. En este sentido, mencionó la violencia organizada como el ‘sicariato’; la falta de oportunidades educativas y laborales, especialmente en los más jóvenes, la falta de un techo seguro para las familias que viven en zonas de alta inestabilidad, y otras situaciones que sufre la población y que destruyen la confianza.
Ante estas situaciones, remarcó Francisco, la única salida es el Evangelio: “Llenen siempre sus vidas de Evangelio”, aconsejó, y recordó que “en Jesús, tenemos la fuerza del Espíritu para no naturalizar lo que nos hace daño, no hacerlo una cosa natural, no naturalizar lo que nos seca el espíritu y lo que es peor, nos roba la esperanza”.+
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