Fueron días de intenso trabajo y charlas, en los que se revisó la situación pastoral, viendo toda la realidad de las familias, de los niños, jóvenes, adultos, adultos mayores, la situación cultural que comprende la acción pastoral y donde hubo también momentos de mucha oración, con participantes de las 250 comunidades que en dentro de la Prelatura de Humahuaca.
Durante las tres jornadas se abordaron varias temáticas. Una de ellas fue la de asumir que la Iglesia tiene que ser verdaderamente una Iglesia misionera, a partir del mensaje del papa Francisco. Otro desafío que se planteó como importante fue el cuidado de "la casa común", el cuidado de la Pachamama, los recursos naturales, considerando la alarma problema sobre el tema.
Otro tema abordado fue la cuestión social, con todas las preocupaciones que supone, como la falta de trabajo, los adultos mayores carentes de subsidios, la crisis que están viviendo los jóvenes por los problemas de la economía en las familias.
Por otra parte, se tuvo en cuenta la actualidad de la pastoral juvenil, donde fueron de mucho acierto las líneas que se formularon para trabajar con los jóvenes, y también se habló de las relaciones que deben tener los cristianos, llevando un vínculo fraterno con el prójimo para poder crecer como Iglesia.
Los temas fueron abordados en un marco teórico denominado “pastoral de conjunto” o “pastoral orgánica”. En este marco, se consideraron los distintos aspectos de la Iglesia: Discípula y misionera; una Iglesia que genere y camine en comunidad; una Iglesia que escuche, aprenda y acompañe; una Iglesia samaritana y solidaria.
Además, se pensó la Pastoral Social como una tarea irrenunciable en la misión de la Iglesia; una Iglesia inculturada y festiva; una Iglesia siempre nueva que “otorga protagonismo a los jóvenes”; una Iglesia que cuida y valora la vida como un don, y afronta con sabiduría y convicción las situaciones que amenazan la vida; una Iglesia que cuida la casa común; que promueve y acompaña las vocaciones.
Según marca la historia de los primeros años, esta asamblea se realizaba solamente con sacerdotes y algunas religiosas. En la segunda edición, comenzaron a participar los laicos. En la tercera hubo una mayor participación de ambos, y en esta última, la participación de las comunidades es total, y con la presencia de los jóvenes, enmarcando a futuro un importante recambio generacional, se ve el gran compromiso asumido por ellos. "Si no participan los jóvenes en la vida eclesial será una Iglesia envejecida, consideramos que la participación de las comunidades es importante porque sin ellas, la vida de la Iglesia no marcha”.+
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