En su homilía, Francisco comentó la primera lectura, un pasaje tomado de los Hechos de los Apóstoles, en el que Pedro invita a los judíos a la conversión, que es fidelidad, en los tiempos buenos y en los tiempos difíciles y también en la inseguridad.
“La predicación de Pedro, el día de Pentecostés -dijo el Papa- atravesó los corazones de la gente: “Al que han crucificado, resucitó”. “Cuando escucharon estas cosas sintieron que sus corazones se traspasaban y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: '¿Qué tenemos que hacer?'“. Y Pedro es claro: “Conviértanse. Conviértanse. Cambien sus vidas. Ustedes que recibieron la promesa de Dios y ustedes que se apartaron de la Ley de Dios. Vuelve a la fidelidad”.
“Convertirse es esto: volver a ser fiel. Fidelidad, esa actitud humana que no es tan común en la vida de las personas, en nuestras vidas. Siempre hay ilusiones que atraen la atención y muchas veces queremos ir detrás de estas ilusiones. Fidelidad, en los buenos y en los malos tiempos”, dijo Francisco.
“Hay un pasaje -continuó Francisco- del Segundo Libro de Crónicas que me llama mucho la atención: “Cuando el reino se consolidó”, dice, “el rey Roboam se sintió seguro y se apartó de la ley del Señor y todo Israel lo siguió. Eso dice la Biblia, es un hecho histórico, pero es un hecho universal. Muchas veces, cuando nos sentimos seguros empezamos a hacer nuestros planes y nos alejamos lentamente del Señor, no permanecemos fieles. Y mi seguridad no es la que el Señor me da. Es un ídolo”.
“Toda la historia de Israel, y luego toda la historia de la Iglesia, está llena de infidelidad. Llena de egoísmo, de sus propias certezas que hacen que el pueblo de Dios se aleje del Señor, pierda esa fidelidad, la gracia de la fidelidad. E incluso entre nosotros, entre la gente, la fidelidad no es una virtud barata, ciertamente. ‘Conviértanse, vuelvan a ser fieles al Señor’”.
“Y en el Evangelio, el icono de la fidelidad: esa mujer fiel que nunca olvidó todo lo que el Señor hizo por ella. Ella estaba allí, fiel, frente a lo imposible, frente a la tragedia, una fidelidad que también la hace pensar que es capaz de llevar el cuerpo.. Una mujer débil pero fiel. El icono de la fidelidad de esta María Magdalena, apóstol de los apóstoles”.
“Pidamos hoy al Señor -concluyó el Papa- la gracia de la fidelidad, de dar gracias cuando nos da certezas, pero nunca pensemos que son “mis” certezas y siempre, miremos más allá de las propias certezas; la gracia de ser fieles incluso ante las tumbas, ante el derrumbe de tantas ilusiones. Fidelidad, que siempre permanece, pero no es fácil de mantener. Que el Señor, sea quien la guarde”.
El Papa terminó la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión espiritual. Antes de salir de la capilla dedicada al Espíritu Santo, se cantaba la antífona mariana “Regina caeli” en tiempo de Pascua. +
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