Mons. Fernández: “Él es el eterno viviente y abrazados a Él vivimos”

Mons. Fernández: “Él es el eterno viviente y abrazados a Él vivimos”

La Plata (Buenos Aires) (AICA): “Hoy es el día más santo, más grande, más bello. Esta fiesta que celebramos ahora es el corazón del año cristiano, el centro, el manantial de donde brota todo lo demás”, afirmó el arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, al presidir la Vigilia Pascual en el Sábado Santo, en vísperas del Domingo de Resurrección, desde la catedral platense.
El arzobispo de La Plata, monseñor Víctor Manuel Fernández, presidió en la tarde del sábado 11 de abril, en vísperas del Domingo de Resurrección, la Vigilia Pascual desde la catedral platense.

El prelado encendió el cirio pascual para dar comienzo a la vigilia y mencionó: “Hoy es el día más santo, más grande, más bello. Esta fiesta que celebramos ahora es el corazón del año cristiano, el centro, el manantial de donde brota todo lo demás. San Pablo dijo que ‘si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación y vacía es la fe de ustedes’. Contemplamos un sepulcro vacío pero sobre todo a Jesús feliz, desbordante, vestido de luz infinita, lleno de puro gozo. ¡Me alegro con mi amigo y redentor, que ha triunfado!”, exclamó monseñor Fernández.

Jesús resucitado “me dice que el mal no tiene la última palabra. Si Él vive eso es una garantía de que el bien puede hacerse camino, y de que todos nuestros cansancios servirán para algo. Porque Él estará detrás, sacando algún bien de los males que nos toque vivir. Él es el eterno viviente y abrazados a Él vivimos. Abrazados a Él atravesamos todo lo que venga”, afirmó el arzobispo platense.

“Si crees en Él y persistís en tu unión con Él, podrás fallarle, caer, equivocarte, pero Él va a triunfar en tu vida. Él hace una historia con tu vida, va entretejiendo misteriosamente su luz en nuestras sombras, su vida en nuestras muertes, su gracia en nuestras miserias”, aseguró seguidamente, y añadió: “Él terminará su obra. No habrá fracasos, porque con Él de todo podemos sacar algo bueno, aprender y crecer”, pero advirtió, “para eso necesitas mantener el contacto con Él, que su presencia se perciba, se vuelva palpable en tu vida de todos los días”.

A continuación, monseñor Fernández se refirió a la situación de pandemia que atravesamos: “Podés decir que con lo que estás pasando no se puede vivir la alegría de la Pascua. Pero en realidad siempre tenemos algún pero, alguna excusa para no vivirla. Ahora es el coronavirus y después será otra cosa. Pero no es así, la relación con el Resucitado y la vida de resucitados va más allá de las circunstancias, es de otro nivel, y se puede vivir pase lo que pase. No depende de las circunstancias externas”, sostuvo.

Por el contrario, indicó que el encuentro con el resucitado se trata de “un estado del corazón, un estado de unión con Él que produce esperanza, paz, entrega, confianza total. Entonces, pase lo que pase sentimos que en el fondo todo está bien y todo estará bien. Así, con Él, en cualquier lugar estoy a salvo. No hay algo que yo no pueda atravesar, porque Él está conmigo”.


Luego hizo alusión a algo fundamentar que hay que pedir a Jesús el día de la Pascua: “Que derrame su vida en la mía, que me llene de la intensidad de la resurrección, que me libere de estar sobreviviendo, viviendo a medias, que me haga caminar por este mundo rebosante de vida (…) Porque nunca hay que declararse muerto, aunque uno tenga un brazo menos, aunque no vea bien, aunque no pueda caminar. La vida sigue adelante. En todo caso, hay que volver a abrirse para que Él derrame vida nueva y resucite”.

“Si resucitó, entonces era verdad que Él puede ser la luz, la vida, el agua viva, el camino, la puerta, el buen pastor que no abandona. Era verdad que Él estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, era verdad que Él no nos dejará solos, era verdad todo lo que dijo. Únicamente las paredes del sepulcro fueron testigos de ese momento. No fue una explosión. Fue un hecho inmenso, pero discreto, poco llamativo”.
“Porque el Señor no quiso manifestar su gloria en un fenómeno físico”, afirmó el arzobispo de La Plata. Al contrario, “quiso una resurrección discreta. También esta noche, discretamente, está aquí con todo su poder de resucitado. Está con vos, escucha tu alabanza, escucha tu pedido de auxilio, escucha el grito de tu soledad y te dice ‘aquí estoy’. Y te dice ‘ánimo, yo estoy con vos’”, completó.

Seguidamente se preguntó: “¿Hay alguna prueba de su resurrección? Sólo hay un sepulcro vacío. Es una hermosa señal, es un canto al triunfo de la vida, es un llamado a la esperanza. Ese sepulcro abierto grita que todo mal puede ser vencido”, afirmó.

Finalmente, recordó que “lo único que nos convence a fondo de la resurrección del Señor” eso que “nos cambia la vida y nos envuelve y nos empuja”, lo que en realidad “nos alegra y nos sostiene”, es una sola cosa: “El encuentro personal real con Jesús vivo. Nos convencemos de su resurrección cuando nuestra vida se encuentra con la suya, cuando nuestra mirada se enfrenta con la suya, cuando nuestra capacidad de amar y ser amados se topa con su amistad”, concluyó.+

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