“Amar es la deuda que cada uno tiene que apresurarse a saldar”




Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, aseguró que existe una “gran deuda que cada uno tiene que apresurarse en saldar”, y radica en el amar al prójimo y esforzarse por hacer que otros sean capaces de vivir y profesar el amor de Dios a todos los hombres. Lamentó que, en ciertas ocasiones, nadie se atreva a amonestar, a decir la verdad y obrar con caridad.

El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Raúl Martorell, aseguró que existe una “gran deuda que cada uno tiene que apresurarse en saldar”, y radica en el amar al prójimo y esforzarse por hacer que otros sean capaces de vivir y profesar el amor de Dios a todos los hombres.

El obispo recordó que todos los preceptos cristianos culminan en el amor, ordenado hacia las relaciones humanas pero también hacia Dios. En este sentido, aseguró que cada cristiano es responsable del amor que pueda profesar a Dios y a los otros, pero también está llamado a dar testimonio de ese amor a los demás.


“Cada uno de nosotros quiere para sí la salvación y también está obligado a quererla para los otros. Es más: esto es condición incluso para nuestra propia salvación. Si tú no hablas poniendo en guardia al malvado, para que cambie su conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti Dios te pedirá cuenta de su sangre. Todos los seres de esta tierra estamos llamados a ser guardianes del amor de Dios en los demás”, explicó.


“Dejar perecer a un hijo o a un hermano sin tenderles la mano para que salgan del pecado, es una traición al bien que estamos obligados y un egoísmo del que Dios nos pedirá cuentas”, aseguró el obispo.

“Si a pesar de las tentativas, exhortaciones y súplicas, no conseguimos reconvenirlo, no debemos de dejar de orar y hacer penitencias por él, para obtenerle la gracia de la conversión. Claro, hay que sentirse en lo profundo del corazón, responsables no solamente de la propia salvación, sino también de la salvación y del bien de los demás”, completó el prelado.


Monseñor Martorell advirtió que muchas veces se habla en demasía, pero no se actúa para curar el mal. Lamentó que, en ciertas ocasiones, nadie se atreva a amonestar, a decir la verdad y obrar con caridad.


“Debemos rezar por un hermano, rezar por los hermanos, rezar por la Iglesia, rezar por la Patria. Basta que dos o más se reúnan en nombre de Jesús para orar, Jesús estará allí y nos dará la fuerza y la gracia de la conversión personal de los hermanos por quienes rezamos”, aseguró.+


Texto completo de la homilía



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