Mons. Martorell: "El amor es el centro de la vida cristiana"

Mons. Martorell: "El amor es el centro de la vida cristiana"

Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): ¨La liturgia del trigésimo domingo durante el año nos introduce en el centro de la vida cristiana y el sustento de toda la ley y los profetas: el misterio del amor. El gran mandamiento del amor a Dios y al prójimo¨, expresó el obispo de Puerto Iguazú, Mons. Marcelo Raúl Martorell, en su habitual comentario de las lecturas dominicales.
"La liturgia del trigésimo domingo durante el año nos introduce en el centro de la vida cristiana y el sustento de toda la ley y los profetas: el misterio del amor. El gran mandamiento del amor a Dios y al prójimo", expresó el obispo de Puerto Iguazú, en la provincia de Misiones, monseñor Marcelo Raúl Martorell, en su habitual comentario de las lecturas dominicales.

En la primera lectura, tomada del libro del Éxodo -explicó monseñor Martorell- se nos dice cómo debe ser el actuar del hombre frente al prójimo especialmente con los más desvalidos, a quienes nadie defiende, pero que son para el Señor, no solo sus defendidos, sino los amados por El con un amor de predilección y por eso nos instruye diciéndonos que para amar a Dios, debemos cuidarlos y amarlos.

"Es el amor -prosiguió el prelado- un tema muy importante como sustento de la Ley, pero adquiere una fuerza singular, y más se hace centro de la vida mediante las enseñanzas y el testimonio mismo de Nuestro Señor. Por eso es tan significativo el diálogo de Jesús y el doctor de la ley: son dos los preceptos: “amarás al prójimo como a ti mismo” y “amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”. Lo novedoso está en que el Señor los funde en uno solo, y “ellos sostienen toda la ley y los profetas”.

"Nosotros los cristianos -continuó explicando el obispo de Puerto Iguazú- sabemos que no podemos amar a Dios sin amar a nuestro prójimo y que en este precepto se encuentra la radicalidad de la vida cristiana y la grandeza de toda la existencia humana hasta el fin. Este amor trasciende toda categoría humana, todo deseo humano, viene de Dios, nos traspasa el corazón, nos saca de nosotros mismos, nos engrandece en el encuentro con el hermano y nos funde en el corazón de Dios transformando e iluminando toda la vida humana".

Tras otros conceptos sobre el amor a Dios y a los hermanos, monseñor Martorell concluyó su reflexión afirmando que "nuestra misión como transformadores del mundo es amar sin restricciones, como Cristo nos amó, hasta el fin. Solo así podremos implantar el Evangelio en este mundo, construyendo por el amor una cultura de la vida, que despierte en el corazón humano sentimientos de trascendencia, en la solidaridad, en la justicia y en la paz".+

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