Mons. Aguer expuso sobre el Vaticano II y la formación sacerdotal

Mons. Aguer expuso sobre el Vaticano II y la formación sacerdotal

La Plata (Buenos Aires) (AICA): El 7 de marzo el arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, presidió en el Seminario Mayor San José una misa con la que dio comienzo al ciclo lectivo 2018 en esa casa de formación sacerdotal. La misa fue concelebrada por su obispo auxiliar, Mons. Nicolás Baisi, y por los superiores, formadores y directores espirituales del seminario. La homilía fue pronunciada por monseñor Baisi. Seguidamente, Mons. Aguer tuvo a su cargo la “Lectio brevis”, titulada “Está superado el Vaticano II, sobre la formación sacerdotal”.
El 7 de marzo, fecha en la que antiguamente se celebraba la memoria litúrgica de Santo Tomás de Aquino, el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, presidió en el Seminario Mayor San José una celebración eucarística con la que dio comienzo al ciclo lectivo 2018 en esa casa de formación y estudios sacerdotales.

La misa fue concelebrada por su obispo auxiliar, monseñor Nicolás Baisi, y por los superiores, formadores y directores espirituales del seminario. La homilía fue pronunciada por monseñor Baisi, quien puso de relieve el aporte de Santo Tomás de Aquino en las distintas dimensiones de la formación.

Seguidamente, monseñor Aguer tuvo a su cargo la tradicional “Lectio brevis”, titulada “Está superado el Vaticano II, sobre la formación sacerdotal”, algunos de cuyos puntos sobresalientes fueron los siguientes.

Distinguir tres cuestiones del Concilio
En sus palabras, el prelado platense explicó que deben distinguirse tres cuestiones en torno al Vaticano II. "En primer término el acontecimiento histórico en cuanto tal. Quiso ser pastoral antes que dogmático. Los historiadores deberán pronunciarse dentro de cien años, con la suficiente perspectiva; y deberán decir si fue una gloria o una calamidad para la Iglesia".

Agregó que, "en segundo término, deben verse los documentos del Concilio. Eso es el Concilio, lo que dicen sus documentos. Es necesaria una vuelta a las fuentes. Y, en tercer lugar, está el llamado 'espíritu del Concilio', que dio lugar a variadas interpretaciones, y que ha dejado llagas dolorosas de división y hasta cismas expresos o disimulados".

Se refirió, entonces, a dos documentos claves: el decreto “Optatam totius”, sobre la formación sacerdotal; y “Presbyterorum ordinis”, sobre el ministerio y la vida de los presbíteros. Habló, también, de los documentos posteriores, entre otros, la encíclica “Sacerdotalis caelibatus”, del beato (próximamente santo) Pablo VI, y de la exhortación “Pastores dabo vobis”, de San Juan Pablo II.

Tras hacer alusión a diversas cuestiones históricas y citar el gran aporte a la renovación eclesial que hiciera el papa Pío XII, "un adelantado al Vaticano II", hizo referencia a lo que dio en llamarse el 'espíritu del Concilio', y a sus consecuencias. Advirtió sobre ciertas interpretaciones eclesiológicas: "No es la Iglesia -dijo- una ONG para asegurar que la gente tenga tierra, techo y trabajo; bien que su Doctrina Social apunte a la vigencia de una auténtica justicia en la sociedad. La finalidad esencial de la Iglesia es que los hombres vivan en gracia de Dios y se encaminen al Cielo".

Al analizar la constitución “Sacrosanctum concilium”, resaltó que "la liturgia es fuente y culmen de la vida de la Iglesia. La celebración litúrgica es sagrada por excelencia. El Concilio la llama continuamente 'Sagrada Liturgia'. Debe trasmitir, a través de la belleza y sacralidad de los ritos, visible y audiblemente, que se trata de acciones de Cristo, y no fabricaciones subjetivas del celebrante, del equipo de liturgia, o del puñado de fieles a los que se identifica, pomposamente, como la comunidad. No puede introducirse en ese ámbito, que comunica con la gloria celestial, el ritmo de un “show” entretenido, o el fervor religioso de un partido de fútbol".

Agregó que "aunque parezca mentira, no faltan los que -obispos incluidos- sostienen que ya no existe más diferencia entre lo sagrado y lo profano. Un hombre de la edad de piedra se escandalizaría de esa frívola apreciación. Cualquier tratado de fenomenología de la religión muestra que en todas las épocas, religiones y culturas, existió lo otro, lo separado, lo diverso del mundo cotidiano, el ámbito propio de los dioses, al cual el hombre es invitado a introducirse. Sagrado va unido a sacramento, misterio, sacrificio. Cristo, por su misterio pascual, estableció la nueva y escatológica sacralidad, y la introdujo en el corazón del mundo profano como anticipo transfigurante de la vida celestial. La deseducación y la devastación de la liturgia han sido fruto amargo de la imposición del pretendido 'espíritu del Concilio', una especie de tiro por la culata de las aspiraciones conciliares".+

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