El papa Francisco invitó a los fieles a ser “la sal de la tierra y la luz del mundo”.

El papa Francisco invitó a los fieles a ser “la sal de la tierra y la luz del mundo”.




Ciudad del Vaticano (AICA): En el mediodía romano de este domingo, antes del rezo del Ángelus ante una multitud reunida en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco invitó a los bautizados a que, con una vida santa, den ‘sabor’ en los diversos ambientes y los defiendan de la corrupción, como hace la sal; y lleven la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina, porque si los cristianos pierden sabor y se apagan, su presencia pierde eficacia.

En el mediodía romano de este domingo, antes del rezo del Ángelus ante una multitud reunida en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco invitó a los bautizados a que, con una vida santa, den ‘sabor’ en los diversos ambientes y los defiendan de la corrupción, como hace la sal; y lleven la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina, porque si los cristianos pierden sabor y se apagan, su presencia pierde eficacia.

El Papa también mencionó la festividad de la Virgen de Lourdes, el próximo martes 11 de febrero, en que se celebra la Jornada Mundial del Enfermo. “Será una ocasión propicia -dijo Francisco- para colocar a las personas enfermas en el centro de la comunidad, rezar por ellas y con ellas y hacerles sentir nuestra cercanía”.


El Santo Padre dedicó unas palabras a los participantes en los Juegos Olímpicos en Sochi, Rusia, y dijo que espera que esa “sea una verdadera fiesta del deporte y de la amistad”.


También quiso recordar a todas aquellas personas en Italia y el mundo que lo están pasando mal por las catástrofes naturales, e invitó a “prever en la medida de lo posible, las consecuencias más graves”.


Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus


Queridos hermanos y hermanas buenos días.


En el Evangelio de este domingo, que viene inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Ustedes son la luz del mundo» (Mt 5,13.14). Pero esto nos sorprende un poco, si pensamos en quiénes tenía Jesús ante sí cuando decía estas palabras. ¿Quiénes eran aquellos discípulos? Eran pescadores, gente simple. Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y precisamente su afirmación se entiende como una consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si son pobres de espíritu, si son dóciles, si son puros de corazón, si son misericordiosos, ¡serán la sal de la tierra y la luz del mundo!


Para comprender mejor estas imágenes, tenemos presente que la ley hebraica prescribía colocar un poco de sal sobre cada ofrenda presentada a Dios, como signo de alianza. La luz, además, era para Israel el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel, reciben por lo tanto una misión en relación a todos los hombres: con la fe y con la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad.


Todos los bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en el mundo en un evangelio viviente: con una vida santa daremos “sabor” en los diversos ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos perdemos sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la eficacia.


¡Pero qué hermosa es esta misión de dar luz al mundo! Es una misión que tenemos. Es también muy bello conservar la luz que hemos recibido de Jesús. Custodiarla. Conservarla. El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva la luz, ¡siempre da luz! Una luz que no es suya, pero es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido: es un cristiano de nombre solamente, que no lleva luz, una vida sin sentido.


Yo quiero preguntarles ahora ¿cómo quieren vivir ustedes? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Apagada o encendida? ¡Lámpara encendida! Ésta es la vocación cristiana.


Después de la oración del Ángelus el Papa añadió:


Pasado mañana, 11 de febrero, celebraremos la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, y viviremos la Jornada Mundial del Enfermo. Es la ocasión propicia para colocar a las personas enfermas en el centro de la comunidad. Recen por ellas y con ellas, y háganles sentir su cercanía. El Mensaje para esta Jornada está inspirado en una expresión de san Juan: Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). En particular, podemos imitar la actitud de Jesús hacia los enfermos, enfermos de todo tipo: el Señor se ocupa de todos, comparte con ellos el sufrimiento y abre el corazón a la esperanza.


Pienso también en todos los operadores sanitarios: ¡qué trabajo precioso hacen! ¡Muchas gracias por su trabajo! Ellos encuentran cada día en los enfermos no sólo cuerpos marcados por la fragilidad, sino a personas a quienes ofrecer atención y respuestas adecuadas. La dignidad de la persona jamás se reduce a sus facultades o capacidades y no viene a menos cuando la misma persona es débil, inválida y necesitada de ayuda. Pienso también en las familias, donde es normal ocuparse de quien está enfermo; pero a veces las situaciones pueden ser más difíciles. Muchos me escriben, y hoy quisiera asegurar una oración para todas estas familias, y les digo: ¡No tengan miedo de la fragilidad! Ayúdense unos a otros con amor, y sentirán la presencia consoladora de Dios.


La actitud generosa y cristiana hacia los enfermos es sal de la tierra y luz del mundo. Que la Virgen María los ayude a practicarla y obtengan paz y consuelo para los sufrientes.


En estos días se están llevando a cabo en Sochi, Rusia, los Juegos Olímpicos de Invierno. Quiero hacer llegar mi saludo a los organizadores y a todos los atletas, con el presagio de que sea una verdadera fiesta del deporte y de la amistad.


Saludo a todos los peregrinos presentes hoy y a sus familias.


Rezo por los que están sufriendo daños y lo están pasando mal por las calamidades naturales, en diferentes países, también aquí en Roma, estoy cerca de ellos. La naturaleza nos desafía a ser comprensivos y estar atentos a la protección de la creación, incluso prever, en la medida de lo posible, las consecuencias más graves.


A todos les deseo un buen domingo y un buen almuerzo.+



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