Francisco: "El cristiano tiene que ser una persona luminosa, que lleva y da luz"



Ciudad del Vaticano (AICA): El papa Francisco aseguró este domingo, durante el rezo del Angelus, que ¨el cristiano tiene que ser una persona luminosa, que lleva y da luz¨ y precisó que esa “luz no es suya, pero es regalo de Jesús¨. ¨¿Cómo quieren vivir como una lámpara encendida o apagada? ¿Apagada o encendida?¨, interpeló. También destacó el ¨bello trabajo¨ de los agentes sanitarios al recordar que el 11 de febrero es la Jornada Mundial del Enfermo, y pidió que los Juegos Olímpicos de Invierno, que se desarrollan en Sochi, sean ¨una fiesta del deporte y de la amistad¨. Rezó, además, por los que sufren a causa de las catástrofes naturales en diversos países, incluso en Roma.

El papa Francisco exhortó este domingo a los cristianos a ser “sal de la tierra y luz del mundo” y aseguró que "con la fe y con la caridad pueden orientar y consagrar a la humanidad".

"Si los cristianos perdemos sabor y apagamos la luz, perdemos la eficacia”, advirtió durante el rezo del Angelus dominical ante miles de peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro.


Tras sostener que "el cristiano tiene que ser una persona luminosa, que lleva y da luz", precisó que esa “ luz no es suya, pero es regalo de Jesús".


"¿Cómo quieren vivir como una lámpara encendida o apagada? ¿Apagada o encendida?", interpeló.


Tras la oración mariana, el Papa recordó que el 11 de febrero, Jornada Mundial del Enfermo, por lo que pidió rezar “por ellos y con ellos. Estén cercanos".


"Imitar la actitud de Jesús hacia los enfermos. Pienso en todos los agentes sanitarios: ¡qué trabajo tan bello hacen!", exclamó.


Asimismo, saludó a los atletas que participan de los Juegos Olímpicos de Invierno, en Sochi, para que esa instancia "sea una verdadera fiesta del deporte y de la amistad".


Por último, Francisco rezó por “los que sufren a causa de las calamidades naturales en diversos países, incluso en Roma. La naturaleza nos invita a ser solidarios y prevenir las consecuencias más graves" y se despidió de los peregrinos, diciendo: “Buen domingo, buen apetito, arrivederci".


Palabras del Papa antes del rezo del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas buenos días.


En el Evangelio de este domingo, que viene inmediatamente después de las Bienaventuranzas, Jesús dice a sus discípulos: «Ustedes son la sal de la tierra. Ustedes son la luz del mundo» (Mt 5,13.14). Pero esto nos sorprende un poco, si pensamos en quiénes tenía Jesús ante sí cuando decía estas palabras. ¿Quiénes eran aquellos discípulos? Eran pescadores, gente simple. Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y precisamente su afirmación se entiende como una consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si son pobres de espíritu, si son dóciles, si son puros de corazón, si son misericordiosos, ¡serán la sal de la tierra y la luz del mundo!


Para comprender mejor estas imágenes, tenemos presente que la ley hebraica prescribía colocar un poco de sal sobre cada ofrenda presentada a Dios, como signo de alianza. La luz, además, era para Israel el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, nuevo Israel, reciben por lo tanto una misión en relación a todos los hombres: con la fe y con la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda a la humanidad.


Todos los bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en el mundo en un evangelio viviente: con una vida santa daremos “sabor” en los diversos ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo con el testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos perdemos sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la eficacia.


¡Pero qué hermosa es esta misión de dar luz al mundo! Es una misión que tenemos. Es también muy bello conservar la luz que hemos recibido de Jesús. Custodiarla. Conservarla. El cristiano debería ser una persona luminosa, que lleva la luz, ¡siempre da luz! Una luz que no es suya, pero es el regalo de Dios, es el regalo de Jesús. Y nosotros llevamos esta luz adelante. Si el cristiano apaga esta luz, su vida no tiene sentido: es un cristiano de nombre solamente, que no lleva luz, una vida sin sentido.


Yo quiero preguntarles ahora ¿cómo quieren vivir ustedes? ¿Como una lámpara encendida o como una lámpara apagada? ¿Apagada o encendida? ¡Lámpara encendida! Ésta es la vocación cristiana.


Después de la oración del Ángelus el Papa añadió:


Pasado mañana, 11 de febrero, celebraremos la memoria de la Bienaventurada Virgen de Lourdes, y viviremos la Jornada Mundial del Enfermo. Es la ocasión propicia para colocar a las personas enfermas en el centro de la comunidad. Recen por ellas y con ellas, y háganles sentir su cercanía. El Mensaje para esta Jornada está inspirado en una expresión de san Juan: Fe y caridad: «También nosotros debemos dar la vida por los hermanos» (1 Jn 3,16). En particular, podemos imitar la actitud de Jesús hacia los enfermos, enfermos de todo tipo: el Señor se ocupa de todos, comparte con ellos el sufrimiento y abre el corazón a la esperanza.


Pienso también en todos los operadores sanitarios: ¡qué trabajo precioso hacen! ¡Muchas gracias por su trabajo! Ellos encuentran cada día en los enfermos no sólo cuerpos marcados por la fragilidad, sino a personas a quienes ofrecer atención y respuestas adecuadas. La dignidad de la persona jamás se reduce a sus facultades o capacidades y no viene a menos cuando la misma persona es débil, inválida y necesitada de ayuda. Pienso también en las familias, donde es normal ocuparse de quien está enfermo; pero a veces las situaciones pueden ser más difíciles. Muchos me escriben, y hoy quisiera asegurar una oración para todas estas familias, y les digo: ¡No tengan miedo de la fragilidad! Ayúdense unos a otros con amor, y sentirán la presencia consoladora de Dios.


La actitud generosa y cristiana hacia los enfermos es sal de la tierra y luz del mundo. Que la Virgen María los ayude a practicarla y obtengan paz y consuelo para los sufrientes.


En estos días se están llevando a cabo en Sochi, Rusia, los Juegos Olímpicos de Invierno. Quiero hacer llegar mi saludo a los organizadores y a todos los atletas, con el presagio de que sea una verdadera fiesta del deporte y de la amistad.


Saludo a todos los peregrinos presentes hoy y a sus familias.


Rezo por los que están sufriendo daños y lo están pasando mal por las calamidades naturales, en diferentes países, también aquí en Roma, estoy cerca de ellos. La naturaleza nos desafía a ser comprensivos y estar atentos a la protección de la creación, incluso prever, en la medida de lo posible, las consecuencias más graves.


A todos les deseo un buen domingo y un buen almuerzo.+



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