El papa Francisco asiste a la segunda meditación de Cuaresma

Ciudad del Vaticano (AICA): Esta mañana, el papa Francisco y los miembros de la Curia Romana, asistieron, en la capilla Redemtoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano, a la segunda predicación de Cuaresma, a cargo del padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, sobre el tema “La Palabra de Dios sembrada en ustedes”; una reflexión sobre la Constitución dogmática “Dei Verbum”, cincuenta años después del Vaticano II.
Esta mañana, el papa Francisco y los miembros de la Curia Romana, asistieron, en la capilla Redemtoris Mater del Palacio Apostólico del Vaticano, a la segunda predicación de Cuaresma, a cargo del padre Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, sobre el tema “La Palabra de Dios sembrada en ustedes”; una reflexión sobre la Constitución dogmática “Dei Verbum”, cincuenta años después del Vaticano II.

En primer lugar el predicador explicó que Dios, es un Dios que habla. “Dios se sirvió de la palabra para comunicarse con las criaturas humanas” asimismo indicó que “Dios no tiene boca ni respiración humana: su boca es el profeta, su respiración es el Espíritu Santo”. Ninguna voz humana, señaló el padre Cantalamessa, alcanza al hombre en la profundidad en la que lo hace la palabra de Dios.

Pero, el discurso sobre la naturaleza del hablar de Dios cambia radicalmente en el momento en el que se lee en la Escritura la frase: “La palabra se hizo carne”. Y es que con la venida de Cristo, “Dios habla también con voz humana, audible con los oídos también del cuerpo”.

El padre Cantalamessa ha subrayado que “el hablar de Dios, sea el mediador por los profetas del Antiguo Testamento, sea el nuevo y directo de Cristo, después de haber sido transmitido oralmente, se ha puesto por escrito, y tenemos así las divinas Escrituras”.

“Después de estas observaciones sobre la Palabra de Dios en general, dijo el sacerdote capuchino, quisiera concentrarme en la Palabra de Dios como un camino de santificación personal”.

“La Palabra de Dios –dice la Dei Verbum– es: apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual”.

A lo que el padre Cantalamessa manifestó que por fortuna, la Escritura nos propone, por sí misma, un método de lectura de la Biblia al alcance de todos, tal como lo indica la Carta de Santiago (1, 18-25) en la que leemos un famoso texto sobre la Palabra de Dios. Y destacó que de allí obtenemos un esquema de la lectio divina que tiene tres etapas u operaciones sucesivas: recibir la Palabra, meditar la Palabra y poner en práctica la Palabra. Y a continuación, meditó sobre cada una de estas etapas.

En la primera etapa debemos tener cuidado con dos peligros: “el primero es pararse en la primera etapa y transformar la lectura personal de la Palabra de Dios en una lectura impersonal”. El otro peligro “es el fundamentalismo: tomar todo lo que se lee en la Biblia a la letra, sin mediación hermenéutica alguna”.

La segunda etapa sugerida por Santiago consiste en “fijar la mirada” en la palabra, en el estar largo tiempo delante del espejo, lo que quiere decir en la meditación o contemplación de la Palabra. El alma que se mira en el espejo de la Palabra “aprende a conocer ‘cómo es’, aprende a conocerse a sí misma, descubre su deformidad de la imagen de Dios y de la imagen de Cristo”, aseguró el predicador.

Y finalmente llegamos a la tercera fase del camino. Esta etapa, explicó el padre Cantalamessa, “consiste en practicar, en obedecer a la Palabra”. Asimismo, ha asegurado que “las palabras de Dios, bajo la acción actual del Espíritu, se vuelven expresión de la voluntad viviente de Dios hacia mí, en un determinado momento”.

“Si escuchamos con atención, concluyó, nos daremos cuenta con sorpresa que no hay un día en el que, en la liturgia, en la recitación de un salmo, o en otros momentos, no descubramos una palabra de la cual debemos decir: “¡Esto es para mí!, ¡esto es lo que hoy tengo que hacer!”.

Sin este “hacer la Palabra” todo el resto acaba siendo una ilusión, una construcción en la arena (Mt 7, 26). Porque “no se puede ni siquiera decir que se entendió la Palabra porque, como escribe san Gregorio Magno, la palabra de Dios se entiende verdaderamente sólo cuando uno comienza a ponerla en práctica”.+

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