Ansias de poder, deslealtad y mundanidad, son obstáculos que impiden servir al Señor
¿Cuáles son los obstáculos que nos impiden servir al Señor con libertad? Se preguntó el Santo Padre en su homilía. Hay tantos –constató con aflicción – “uno es el deseo de poder”, afirmó.
“¡Cuántas veces hemos visto, quizás en nuestra casa: aquí mando yo! Y cuántas veces, sin decirlo, hemos hecho sentir a los demás que: ‘mando yo’, ‘También hacer ver esto. El deseo de poder. Y Jesús nos ha enseñado que el que manda debe convertirse en el que sirve. O, si uno quiere ser el primero, que sea el servidor de todos. Jesús da la vuelta a los valores de la mundanidad, del mundo. Y este deseo de poder no es el camino para convertirse en un siervo del Señor, al contrario: es un obstáculo, uno de estos obstáculos que hemos pedido al Señor que aleje de nosotros”.
El segundo “obstáculo” se da “también en la vida de la Iglesia”, es “la deslealtad”. Esto sucede “cuando alguno quiere servir al Señor pero también cuando uno sirve otras cosas que no son del Señor”.
“El Señor nos dijo que ningún siervo puede tener dos señores. O sirve a Dios o sierva al dinero. Jesús nos lo ha dicho. Y esto es un obstáculo. La deslealtad. Que no es lo mismo de ser pecador. Todos somos pecadores, y nos arrepentimos de esto. Pero ser desleales y hacer el doble nuevo. Jugar a la derecha y a la izquierda, jugar a ser Dios y también jugar al mundo. Y este es un obstáculo. Aquel que tiene ansia de poder y eso que es desleal, difícilmente puede servir, convertirse en un siervo libre del Señor”.
Tanto el ansia de poder como la deslealtad “quitan la paz y te llevan a esa ‘quemazón’ del corazón de no estar en paz, siempre estar ansioso”. Y esto “nos lleva a vivir en esa tensión de la vanidad mundana, vivir para aparentar”, añadió.
El Papa denunció a continuación que mucha gente “vive solo para estar en el escaparate, para la apariencia, porque dicen: ‘Ah, qué bueno es’, por la fama. Fama mundana”. Y su advertencia es que así “no se puede servir al Señor”.
“Pidamos al Señor que nos quite los obstáculos para que en la serenidad, tanto en el cuerpo y en el espíritu” podamos “dedicarnos libremente a su servicio”.
“El servicio de Dios es libre: somos hijos, no esclavos. Y servir a Dios en paz, con serenidad, cuando Él mismo ha eliminado de nosotros los obstáculos que arrancan la paz y la serenidad, y servirlo con libertad. Y cuando servimos al Señor con libertad, sentimos esa paz profunda de la voz del Señor: ‘ah, ven, ven, siervo bien y fiel’. Y todos queremos servir al Señor con bondad y fidelidad, pero tenemos necesidad de su gracia: solos no podemos”.
Francisco señaló que hará bien repetir a menudo que “somos siervos inútiles”. “Solo debemos pedir y hacer espacio para que Él haga en nosotros y Él nos transforme en siervos libres, en hijos, no en esclavos”.
“Que el Señor nos ayude a abrir el corazón y a dejar trabajar al Espíritu Santo, para que quite a nosotros estos obstáculos, sobre todo el ansia de poder que nos hace tanto mal, y la deslealtad, la doble cara de querer servir a Dios y al mundo”.
“Y así –terminó– nos de esta serenidad, esta paz para poderlo servir como hijo libre que al final con tanto amor Él dice: ‘Padre, gracias, Tú sabes: soy un siervo inútil’”. +
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