Francisco destacó que hay solamente un hoy en nuestra vida, ya que la tentación del mañana no existirá, y recordó la parábola de quien llama a la puerta del Señor diciendo “He comido contigo, he estado contigo”, y Éste le responde “No te conozco: llegaste tarde”. Con estos ejemplos, el Papa sostuvo: “Nuestra vida es un hoy: hoy o jamás”, agregó que “el mañana será el mañana eterno, sin ocaso, con el Señor, para siempre”, y cuestionó a los fieles: ¿Cómo vivo yo este hoy?.
El pontífice se refirió también al corazón. Con el corazón “encontramos al Señor”, y de allí se desprende la invitación a no endurecer el corazón: “En nuestro corazón se juega el hoy. Nuestro corazón, ¿está abierto al Señor?”, preguntó, y relató una situación que le llama la atención: “Cuando encuentro a una persona anciana – muchas veces sacerdotes o monjitas – que me dicen: ‘Padre, rece por mi perseverancia final’. ‘Pero, ¿hiciste toda tu vida bien, todos los días de tu hoy están al servicio del Señor, y tienes miedo…?’. ‘No, no: a mi vida aún no le ha llegado el ocaso: yo querría vivirla plenamente, rezar para que el hoy llegue pleno, pleno, con el corazón firme en la fe, y no arruinado por el pecado, los vicios, la corrupción…”.
Como conclusión, Francisco recordó que los días se repiten “hasta que el Señor diga basta”, pero el hoy no se repite: “la vida es esta”, insistió, y llamó a tener un corazón “abierto al Señor, no cerrado, no duro, no endurecido, no sin fe, no perverso, no seducido por los pecados”.
“Vayamos a casa sólo con estas dos palabras: ¿Cómo es mi hoy? El ocaso puede ser hoy mismo, este día o tantos días después. Pero ¿cómo va mi hoy en presencia del Señor? Y mi corazón, ¿cómo es? ¿Es abierto? ¿Está firme en la fe? ¿Se deja conducir por el amor del Señor? Con estas preguntas pidamos al Señor la gracia de la que cada uno de nosotros tiene necesidad”, concluyó.+
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