Los nuevos diáconos son: Sebastián Gabriel Achcar (30 años), Arturo Nicolás Bas (28), Claudio Matías Barrio de Lázzari (28), Adrián Gustavo Maccarone (33) y Carlos Guillermo Reales (36).
El purpurado porteño presidió la Eucaristía en la parroquia San Benito Abad, del barrio porteño de Palermo, que fue concelebrada por los obispos auxiliares y sacerdotes del clero de la arquidiócesis de Buenos Aires, el sábado 18 de marzo.
Tras la proclamación del Evangelio, los jóvenes fueron llamados por el rector del Seminario Metropolitano, presbítero Julio Miranda, y presentados ante el cardenal, haciendo alusión al llamado que Dios les hizo.
En la homilía, el cardenal Poli recordó que la diaconía nació en la primera comunidad cristiana “para atender la mesa de los pobres”, por lo que -si nace de la intimidad divina- “su diaconía puede convertirse en una verdadera obra de misericordia realizada con espíritu evangélico”, dijo a los diáconos.
El prelado afirmó que los nuevos diáconos “imitarán el camino de la caridad de Cristo que pasó haciendo el bien y, así, muchas personas se acercarán a la Iglesia y otras retornarán”. “Deben estar siempre atentos y dispuestos a descubrir nuevas obras de misericordia y realizarlas con generosidad y entusiasmo”, les exhortó.
“Les tocará ejercer el servicio a nuestros hermanos en este tiempo donde nadie regala nada. Basta con caminar por las calles de nuestra ciudad de Buenos Aires para darse cuenta de que no es ajena a lo que pasa en la Argentina, donde uno de cada tres argentinos esperan que alguien les dé una mano”, lamentó y agregó: “No hace falta ir con las estadísticas en la mano sino que con el corazón abierto, la mirada compasiva de Jesús -el diácono del Padre- y no pasar indiferentes ante cualquier pobreza humana”.
Luego, el prelado explicó que deberán ejercer su autoridad pastoral desde el lugar de “aquel que sirve”, muchas veces en medio de las pruebas, lo que representa “una forma de unirse a Jesús” quién también “se sometió a ellas durante su ministerio entre nosotros”.
“Perseveren en las pruebas”, pidió y expresó: “Una humilde diaconía se levanta como una luz en medio de la comunidad servida y no pasa desapercibida cuando el que la prodiga en obras, materiales y espirituales, anuncia con gestos y palabras que las hace de parte de Dios”.
El arzobispo porteño explicó que “diácono” significa servidor, por lo que los invitó a que “compartan gratuitamente lo que recibieron y vivan la alegría del ministerio”. “En el camino del Sínodo Arquidiocesano también serán convocados para que reflejen el rostro de Jesús diacono”, señaló.
Para finalizar, monseñor Poli los llamó a “obrar de tal manera que los reconozcan como discípulos de Aquel que no vino para ser servido sino para servir”, y concluyó: “Queridos muchachos, no pierdan la esperanza que proviene del Evangelio al cual deben no solo escuchar, sino que –además- servir. Conserven el misterio de la fe con pureza de alma y practiquen en su vida la palabra de Dios que anunciarán”.
Un llamado a la vocación sacerdotal
Los cinco diáconos llevan a cabo su formación eclesiástica en el Seminario Metropolitano de la Inmaculada Concepción, cuyo rector es el presbítero Julio Miranda. Al finalizar la celebración de ordenación diaconal, el sacerdote agradeció a todos los que acompañan a los seminaristas y se dirigió especialmente a “los muchachos jóvenes que pasan por las parroquias”.
“A veces uno se pone a pensar qué quiere hacer con su vida, cuando todavía no lo resolvió, y piensa que dejarlo todo no le causa pavor, terror, sino que suena como una sirena”, expresó animándolos a que “sigan preguntándose, quizás sea el inicio de descubrir en la propia vida la vocación sacerdotal, no tengan miedo”.
Foto: Jóvenes de distintas comunidades porteñas saludaron a los nuevos diáconos luego de la ordenación.
Bajo el amparo de la Madre
Finalmente, junto con la comunidad presente, los nuevos diáconos rezaron ante una imagen de la Virgen de Luján que acompañó durante toda la celebración. +
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