Mons. Aguer: sobre las murmuraciones y el chismorreo

Mons. Aguer: sobre las murmuraciones y el chismorreo

La Plata (Buenos Aires) (AICA): El arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, en su reflexión televisiva en el programa Claves para un Mundo Mejor, emitido por el Canal 9 el pasado sábado 28 de octubre, cuestionó los vicios de la murmuración y del chismorreo, ¨un defecto en el que muchas veces hasta también los consagrados incurrimos. Quizá lo que no nos atreveríamos a decir en voz alta lo decimos en secreto pero igualmente hacemos daño a alguien¨.
El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en su semanal reflexión televisiva en el programa Claves para un Mundo Mejor, emitido por el Canal 9 el pasado sábado 28 de octubre, cuestionó los vicios de la murmuración y del chismorreo, "un defecto en el que muchas veces hasta también los consagrados incurrimos. Quizá lo que no nos atreveríamos a decir en voz alta lo decimos en secreto pero igualmente hacemos daño a alguien".

“Hace una semana -comenzó diciendo el prelado- conversábamos sobre lo que yo llamaba un defecto muy frecuente en nosotros, en mi caso muy frecuente, y lo resumía en esta expresión tan corriente que dice “irse de boca” o “hablar de más”.

“Si uno piensa un poquito más a qué se debe esta falta -añadió el arzobispo-, creo que podremos reconocer que en el fondo, es porque nosotros siempre nos creemos mejores de lo que somos. Nuestro ego se infla con gran facilidad y nos parece que estamos capacitados para juzgar de todo y a todos. Son concupiscencias, es decir instintos, inclinaciones desordenadas que nos salen por falta de reflexión, falta de discreción, falta de prudencia".

“Si pensáramos un poco y con mayor detenimiento -prosiguió diciendo- no diríamos ciertas cosas ni diríamos las cosas que muchas veces decimos. Por eso digo que tiene que ver con esa inflación del ego que atropella a los demás, y digo atropellar porque se puede hacer mucho daño con ese hablar de más”.

“Pienso en el caso de la murmuración o el chismorreo. Es un defecto que antes se atribuía a las mujeres, pero yo que tengo muchos años de cura pienso que muchas veces hasta también los consagrados incurrimos en este defecto. Es verdad que esto es en general, se puede decir que es un defecto social. Siempre murmuramos y quizá lo que no nos atreveríamos a decir en voz alta lo decimos en secreto pero igualmente hacemos daño a alguien. Parecería que eso es porque nos sacamos las ganas, nos damos el gusto de hacer y decir lo que queremos. Ahí está la cuestión”.

“Como decía -añadió-, esto tiene que ver con la virtud de la prudencia. En la tradición cristiana la virtud de la prudencia es la base de todas las virtudes morales porque si no hay prudencia no pueden darse las otras virtudes morales, los valores que hoy apreciamos tanto. Pero también tiene que ver con la humildad. Humildad viene de “humus” que es la tierra. Eso somos nosotros y de allí viene la humildad, la necesidad de ser humildes”.

“Es fácil decirlo pero no es tan fácil poner el ego en caja. Es importante que lo tengamos en cuenta, por eso quise volver sobre el tema, porque nunca habremos pensado lo suficiente en él, para que no caigamos en esta tentación, y si hemos caído pedir perdón al Señor y corregirnos”, concluyó monseñor Aguer.+

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