Mons. Aguer: "Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados"
“Queridos amigos de Claves -comenzó su reflexión monseñor Aguer- quiero comentarles algo que me impresionó: días pasados estaba hablando con una persona mayor, mayor que yo se entiende, que me contaba episodios de su vida. Es una persona que nació en el extranjero, llegó a nuestro país muy pobre y fue, poco a poco, organizando su vida y labrando su existencia con éxito. Y en la charla deslizó una frase, que era muy común antes aunque hoy no se usa frecuentemente, que dice: "Unos nacen con estrella y otros nacen estrellados”.
“Si uno piensa un poquito -comentó- es verdad. Parece que a algunos les va todo bien o la mayor parte de las cosas le salen bien, pero en cambio a otros parece que les va todo mal. Esto tiene que ver con la situación de la vida humana, con la fragilidad de nuestra existencia, con nuestros límites. Todos tenemos que sobrellevar cosas desagradables en la vida y nos 'estrellamos' muchas veces”.
"En ocasiones nos surge esa duda o esa rebeldía de decir: '¿Por qué Dios permite esto? ¿Por qué tengo yo que sobrellevar este sufrimiento, esta pena?'. Es que la vida humana es así. A veces nos creemos dioses y pensamos que todo tiene que salir bien, todo a pedir de boca y no es así”.
“La felicidad -expresó el prelado- consiste en el equilibrio de estas cosas. En asumir con serenidad los elementos negativos que encontramos en la vida cotidiana. Y, aun cuando uno reflexiona sobre el conjunto de su vida, si han pasado años, ver también que todo aquello tuvo algún sentido. Y tiene sentido aun para la persona que no tiene fe pero que está ubicada acerca de qué es el hombre, quién es y para qué estamos en este mundo”.
“Pero con mayor razón -prosiguió el arzobispo platense- esos sufrimientos, esas penalidades, tienen sentido para un cristiano porque nosotros las unimos a los sufrimientos de Cristo y recordamos que, en el Evangelio, Jesús nos dice que “si alguien quiere ser mi discípulo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga”.
Por eso consideró que “no hay que dramatizar demasiado. No es que todos los días nos caiga encima una cruz enorme, pero crucecitas tenemos todos y hay una gran ocasión de comportarse como verdaderamente hombre o mujer, quiero decir como persona humana que reconoce sus límites, reconoce qué es, quién es, para qué está en el mundo y, además, para portarse como cristiano, es decir para unir estas cosas que parecen negativas al sufrimiento de Cristo porque la cruz es el camino para la resurrección”.
“Por eso, también, estas cosas que nosotros ofrecemos a Dios sirven para la purificación de nuestros pecados y sirven también para adiestrar nuestra voluntad, para hacernos más libres y para ponernos en las manos de Dios con mayor confianza”, concluyó su reflexión monseñor Aguer.+
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