Mons. Bitar reflexionó la formación y misión de los sacerdotes
En la homilía, monseñor Bitar reflexionó sobre el llamado, la formación y la misión de los sacerdotes, los seminaristas y las vocaciones de especial consagración. El prelado exhortó a ser conscientes de que “es el Señor quien nos ha elegido”, y recordó que la formación sacerdotal “depende en primer lugar de la acción de Dios en nuestra vida”.
“Es una obra que requiere la valentía de dejarse plasmar por el Señor para que transforme nuestro corazón y nuestra vida. Son muy necesarios, pero no son suficientes, los cursos académicos. Lo más importante es abrirse a Dios que es el artesano paciente y misericordioso de la formación y esto es un trabajo que dura toda la vida”, afirmó y animó a sumergirse en la Palabra, la oración, la Eucaristía, la reconciliación y la dirección espiritual.
“Si esto no se da, nos convertimos en sacerdotes apagados, la vida se va secando, el ministerio se transforma en una carga o a lo sumo en un trabajo, pero sin pasión por el Evangelio ni por el Pueblo de Dios. Por el contrario, cuando se recibe con alegría la frescura del Evangelio, el corazón se ensancha en el amor y nuestras manos, ungidas por el obispo el día de la ordenación, son capaces de ungir a su vez las heridas, las esperas y las esperanzas del pueblo de Dios”, señaló.
Por último, el obispo destacó “dos aspectos esenciales para nuestra condición de llamados al discipulado misionero en el ministerio apostólico”. Primero, “es necesario abandonar la insensatez de las ambiciones humanas”, aseveró y añadió: “Es la tentación de seguir a Jesús por ambición: de dinero, poder, prestigio. En la vida consagrada no hay lugar para la propia ambición, ni para atesorar riquezas en la tierra, ni para ser famoso. A Jesús se lo sigue hasta el último paso de su vida terrena: la cruz. Después, Él se encarga de resucitarnos”.
Y en segundo lugar, manifestó: “Todo el que se dejó elegir por Jesús es elegido para servir: para servir al pueblo de Dios, a todos, a Jesús. ¡Elegido para servir, no para hacerse servir!”. Finalmente, le pidió a la Virgen María que “nos obtenga la gracia de reproducir en nuestra vida los rasgos, los sentimientos y el corazón de su Hijo Jesús, sacerdote y Buen Pastor”.+
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