“La religión cristiana nació en Medio Oriente”, fue una de las frases más escuchadas en los dos días que duró la consulta internacional en Budapest. Algunos recordaron con lágrimas en los ojos cómo en 2014 y por primera vez en 2000 años, no hubo un sólo cristiano celebrando la Navidad en la llanura de Nínive.
En el encuentro se expresó que la comunidad cristiana es la más perseguida del mundo. 215 millones de almas en 108 países están sobreviviendo en un ambiente hostil diseminadas en su mayoría por Medio Oriente y África, sin paraguas bajo el cual guarecerse. Cuatro de cada cinco personas perseguidas y asesinadas por su religión son cristianas.
Se escucharon muchos testimonios, como el que ofreció el joven iraquí, Hussam Banno, relatando cómo en el colegio hacían escarnio de su fe cristiana:
“Nos llamaban infieles, nos insultaban y agredían, se burlaban de nosotros. Había bombardeos y ataques terroristas todos los días. Dos estudiantes universitarios que conocí fueron asesinados. Cuando Estado Islámico (EI) conquistó las Llanuras de Nínive, huimos a Ankawa, en el Kurdistán. Nuestra salida fue muy dura ya que no teníamos coche. Caminamos kilómetros y kilómetros. No nos quedaba más remedio que caminar para salvar la vida. Ahora Qaraqosh, mi ciudad, está liberada pero nuestra casa es un montón de cenizas. Pese a estas circunstancias la gente comenzó a reconstruir pero la situación es muy inestable”.
En los últimos años hemos sido testigos del genocidio cristiano: ejecuciones en masa, expulsión de cientos de miles de personas de su tierra natal, destrucción de templos y monasterios y todas las posibles representaciones de la cruz. Parece que ahora la esperanza vuelve a asomarse tímidamente en la vida de los cristianos perseguidos. Confiemos en que siga siendo así.+
Publicar un comentario