El Papa: Sin trabajo no hay dignidad, pero no todos son “trabajos dignos”.
El mensaje del pontífice abrió las deliberaciones de la Semana Social que contó con la presencia del cardenal Gualtiero Bassetti, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, del arzobispo de Cagliari, monseñor Filippo Santoro, los miembros del Comité Científico y Organizador, delegados de las diócesis italianas, representantes de movimientos y asociaciones relacionados con el trabajo y otros muchos invitados.
Francisco comenzó destacando la figura del beato Giuseppe Toniolo, que en 1907 promovió la Semana Social en Italia. El pontífice puso los trabajos de la Jornada bajo la protección de este laico que “vivió su testimonio de cristianos en todas las dimensiones de la vida: espiritual, familiar, profesional, social y política”. Citando al beato el Papa recordó que “nos santificamos trabajando para los demás, prolongando así en la historia el acto creador de Dios”.
El Papa agradeció que hayan elegido el tema del trabajo como eje de la reflexión de esta Semana Social y reiteró lo que “repitió varias veces” que “sin trabajo no hay dignidad”. Pero el pontífice advirtió a continuación que “no todos los trabajos son ‘trabajos dignos’. Hay trabajos que humillan la dignidad de las personas, los que alimentan las guerras con la construcción de armas, los que rebajan el valor del cuerpo con el tráfico sexual y la explotación de los niños. También ofenden la dignidad del trabajador, el trabajo en negro, el gestionado por la contratación ilegal, los trabajos que discriminan a las mujeres y no incluyen a aquellos que tienen una discapacidad”.
“Asimismo el trabajo precario es una herida abierta para muchos trabajadores, que viven con el temor de perder sus trabajos”. “El trabajo negro y el trabajo precario matan. A esto hay que añadir la preocupación por los trabajos peligrosos e insalubres que cada año causan cientos de muertes e inválidos en Italia”, advirtió el Santo Padre.
El papa Francisco recordó que “la crisis económica mundial comenzó como una crisis financiera y luego se convirtió en una crisis económica y laboral. La crisis laboral es una crisis ambiental y social al mismo tiempo”.
Asimismo observó que “el sistema económico está dirigido al consumo, sin preocuparse por la dignidad del trabajo y la protección del medio ambiente. Pero esto es algo así como ir en bicicleta con las ruedas desinfladas: ¡es peligroso! La dignidad y la protección se caen cuando se considera al trabajador como una línea del presupuesto, cuando se ignora el grito de los descartados. No escapan a esta lógica las administraciones públicas, cuando firman contratos con el criterio del descuento más grande sin tener en cuenta la dignidad del trabajo ni la responsabilidad ambiental y fiscal de las empresas. Creyendo lograr ahorro y eficiencia, terminan traicionando su propia misión social al servicio de la comunidad”.
Sin embargo el pontífice destacó que “entre muchas dificultades no faltan, sin embargo, signos de esperanza”. “Es hermoso –dijo Francisco- ver que la innovación social también surge del encuentro y de las relaciones, y que no todos los bienes son mercancías: por ejemplo, la confianza, la autoestima, la amistad, el amor.
“Que nada se anteponga al bien de la persona y al cuidado de la casa común, a menudo desfigurada por un modelo de desarrollo que ha producido una deuda ecológica grave, indicó el Santo Padre” y añadió: “La innovación tecnológica debe estar guiada por la conciencia y los principios de subsidiariedad y solidaridad. El robot debe seguir siendo un medio y no convertirse en el ídolo de una economía en las manos de los poderosos: tendrá que estar al servicio de la persona y de sus necesidades humanas”.
“¡En el mundo del trabajo, la comunión debe ganar a la competición!” subrayó Francisco.
Deseándoles que sean una “levadura social” para la sociedad italiana y que vivan una fuerte experiencia sinodal. “Ojalá sus reflexiones y debates se traduzcan en hechos y en un compromiso renovado al servicio de la sociedad italiana”, concluyó.
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