En su columna en la revista digital del Consudec, titulada “La certeza del Camino”, el sacerdote explicó: “La vida como vocación, no pasa por entender que descubro la misión que Dios tiene preparada para mí, ya no necesito saber nada más, es decir entender el proyecto y lanzarme a su cumplimiento”.
“La vida es un continuo llamado, donde cada instante del desarrollo de la misma tiene que ver con el designio de Otro. La vocación entonces es la tarea que realizo respondiendo al designio que Otro tiene sobre mi vida”, precisó.
“Por tanto no es estática sino dinámica, el plan tiene que ver con una intervención en el instante presente de mi vida, en estas circunstancias del aquí y ahora. Por lo tanto la tarea vocacional no es un viaje con piloto automático, sino una atención constante al que me hace, en este instante irrepetible”, subrayó.
El presidente del Consudec destacó que “esto vuelve toda la vida diálogo y oración, es decir una apasionante relación de comprensión, de Aquel que me hace una propuesta y la respuesta a ello en la certeza que la vida crece en este desafío de Amor”.
“Así podríamos decir que el yo de un hombre no se define por el proyecto de un Dios que me pensó y me puso en el mundo con una misión determinada, a la cual yo debo comprender y seguir. Sino que el hombre es uno que está siendo hecho ahora, y que los equívocos y fragilidades son parte de lo que Él hace de mí. Nada en el camino se pierde”, graficó.
“La dimensión de la vida no se mide por los aciertos y desaciertos sino por la adhesión consciente y afectiva a un gran Amor presente en la vida a quien he decidido seguir. La compañía de Cristo en la vida del hombre no es abstracta, es concreta, es apasionante, sorprendente, que nos llena de estupor cuando permitimos que Él sea nuestra seguridad”, concluyó.
Más información: www.consudec.org.+
Publicar un comentario