En la homilía, Francisco recordó que el amor de Dios “no conoce límites ni fronteras, no tiene esos obstáculos que nosotros, por el contrario, solemos poner a una persona por temor a que nos quite nuestra libertad”.
Asimismo, señaló que el pecado “tiene como consecuencia el alejarse de Dios”, pero “esto no significa que Él se aleje de nosotros”, explicó y añadió: “La condición de debilidad y confusión en la que el pecado nos sitúa, constituye una razón más para que Dios permanezca cerca de nosotros. Esta certeza debe acompañarnos siempre en la vida”.
Y llamó a vivir con “la esperanza de que nunca seremos privados de su amor, a pesar de cualquier pecado que hayamos cometido rechazando su presencia en nuestras vidas”.
Finalmente, el Papa exclamó: “¡Qué difícil es dejarse amar verdaderamente!”. “Siempre nos gustaría que algo de nosotros no esté obligado a la gratitud, cuando en realidad estamos en deuda por todo, porque Dios es el primero y nos salva completamente, con amor. Pidamos ahora al Señor la gracia de conocer la grandeza de su amor, que borra todos nuestros pecados. Dejémonos purificar por el amor para reconocer el amor verdadero”, concluyó.+
Publicar un comentario