Mons. Arancedo: “Reconocer esos aspectos oscuros que impiden crecer en la vida del Reino de Dios”
“Hemos sido creados con un destino trascendente que lo vivimos en la esperanza de la fe: la muerte no es última palabra: ‘Creo que mi Redentor vive y que en último día veré a mi Salvador y lo contemplaré con mis ojos’, es la palabra con la que despedimos a un hermano que ha muerto. Esta oración se fundamenta en la Pascua de Cristo”, recordó.
“Todo lo que acontece en Él, sobre todo, su muerte y resurrección es la fuente que da sentido a la vida del hombre. Siempre recuerdo la frase del Concilio Vaticano II cuando nos dice: ‘El misterio del hombre solo se esclarece a la luz del misterio de Cristo’”, agregó.
El prelado explicó que “hay un morir, además, que debemos referirlo a todo aquello que se opone a nuestra condición de hijos de Dios llamados a vivir según la verdad del Evangelio. Es fácil decirlo, no siempre fácil realizarlo, es decir, se trata de morir al pecado que tiene muchos rostros y al que nos podemos acostumbrar”.
“Cada uno deberá en la intimidad de su conciencia aprovechar este tiempo de Cuaresma para reconocer esos aspectos un tanto oscuros que nos impiden crecer en la vida del Reino de Dios, pienso en el egoísmo, el orgullo, la falta de caridad y solidaridad, el odio y el rencor. Pero también, examinarnos en nuestra relación con Dios sea en la oración como en el cumplimiento de mis deberes como cristiano. Morir al pecado es el comienzo de una vida nueva”, concluyó.+
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