Mons. Stanovnik pidió tener una mirada integral e integradora sobre la mujer
Mirada que necesariamente debe vincular a la mujer con el varón. Ese maravilloso binomio en la humanidad común, y estar muy atentos a las ideologías que pretenden colocarlos en conflicto, como competidores o antagonistas, advirtió.
El prelado recordó que en el origen de las cosas no estuvo el conflicto, sino el encuentro, la amistad, el amor. La división y el enfrentamiento son posteriores y consideró que para pensar, proyectar y actuar en vista de superar las agresiones y violaciones a la dignidad, tanto de la mujer como del varón, es preciso que los creyentes dirijamos nuestra mirada al Dios de Jesús, y redescubramos la belleza que Él soñó con la creación del ser humano.
La mujer y el varón son una unidad de dos, llamados a reconocerse una creación en alianza. Tomados separadamente, como individuos aislados, no alcanzan a tener una identidad suficiente, menos aún si se enfrentan entre sí. Toda perspectiva que pretenda proponerse como lucha de sexos solo puede ser una ilusión y un peligro, que amenaza la supervivencia de la condición humana, sostuvo.
Por ello, la vida en general y la vida concebida y naciente en particular, es una responsabilidad siempre de dos y no de uno solo. De dos y más, porque la comunidad debe asumir y proteger la vida de todos, especialmente la de los más vulnerables, y por ninguna razón, sacrificar una para salvar otra, agregó.
El arzobispo correntino afirmó que la mujer es mujer frente al varón; y el varón es varón frente a la mujer. Y ambos, cara a cara, pueden reconocer su dignidad cuando se colocan cara a Dios, Padre y Creador y estimó que cualquier expresión del ser mujer, sea como hija, hermana, esposa, madre, amiga o trabajadora, necesariamente debería ser pensada desde el binomio mujer-varón, porque solamente desde allí podemos saber de quién estamos hablando cuando nos referimos a la mujer, y a lo que ella está llamada a realizar.
La soberanía y la independencia de la mujer guiones centrales de la revolución cultural que impulsa un feminismo extremo, deben ser cultivadas desde el cuidado y el respeto que exige la ecología humana, en la que se reconoce el componente biológico como parte esencial y constitutiva de la identidad y misión de la mujer y del varón.
Monseñor Stanovnik pidió que la familia de Jesús, en la que tuvo un protagonismo excepcional y único la mujer -madre suya y esposa de José, nos sostenga en el compromiso de sumar esfuerzos con todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad, que trabajan por elevar la dignidad de la mujer.
Que Jesús, María y José nos iluminen para favorecer el diálogo en la pareja humana; nos dé la valentía para proteger la vida desde la concepción y en todas las circunstancias de riesgo y vulnerabilidad; y que nos aliente a custodiar y promover el bien de la familia, ese maravilloso don del Creador, donde Él se deleita y a la que se entrega generosamente para cuidarla y amarla, concluyó.+
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