La peregrinación a Roma de la Familia Don Guanella coincide con el primer centenario de la muerte del santo y, el Santo Padre, en el discurso que dirigió a los peregrinos , intentó imaginar que habría dicho el santo a sus seguidores para confirmarlos en la fe, la esperanza y la caridad, con tres verbos: fiarse, mirar y apresurarse,
El primer verbo es fiarse. “La vida de Don Guanella -dijo el Papa- tuvo como centro la certeza de que Dios es un Padre misericordioso y providente. Esto era para él el corazón de la fe: saberse hijo siempre amado, cuidado por el Padre, y por tanto, hermano de todos, llamado a infundir confianza. Creo que a nuestro Padre Celestial le disguste ver que sus hijos no confían en él plenamente: creen tal vez en un Dios lejano, más que en un Padre misericordioso. En muchos de ellos también puede surgir la duda de que Dios, además de Padre, sea también padrón”.
“Pero esto es un gran engaño: es el engaño del antiguo enemigo de Dios y del hombre, que trastoca la realidad y disfraza el bien como mal. Es la primera tentación: distanciarse de Dios, intimidado por la sospecha de que su paternidad no sea realmente buena y providente. Dios es en cambio sólo amor, amor puro y providente. Nos ama más de lo que nosotros nos amemos y sabe cuál es nuestro verdadero bien. Por eso quiere que en la vida nos convirtamos en lo que somos por el bautismo: hijos amados, que son capaces de superar el miedo y no caer en la queja, porque el Padre nos cuida”.
“El segundo verbo es mirar. “El Padre creador también inspira la creatividad en los que viven como hijos suyos. Aprenden entonces a ver el mundo con ojos nuevos, que se vuelven más luminosos por el amor y la esperanza. Son ojos que permiten mirarse dentro con verdad y ver lejos en la caridad. En el mundo no faltan problemas y en nuestra época hay nuevas pobrezas y muchas injusticias. Pero la mayor carestía es la de la caridad: hacen falta sobre todo personas con ojos renovados por el amor y miradas que infundan esperanza”.
“A veces -comentó Francisco- nuestro punto de vista espiritual es miope, porque no podemos ver más allá de nuestro ego. Otras veces somos présbites: nos gusta ayudar a los que están lejos, pero no somos capaces de acercarnos a los que viven a nuestro lado. A veces, sin embargo, preferimos cerrar los ojos, porque estamos cansados, abrumados por el pesimismo. Don Guanella, que recomendaba mirar a Jesús partiendo de su corazón, nos invita a tener la misma mirada del Señor: una mirada que infunde esperanza y alegría, capaz al mismo tiempo de sentir un "profundo sentimiento de compasión" hacia los que sufren”.
Y, por último, apresurarse. “Los pobres son los hijos predilectos" del Padre, como decía san Luis, a quien le gustaba repetir: "El que da a los pobres presta a Dios”. Como el Padre es delicado y concreto con los hijos más pequeños y débiles -terminó Francisco- tampoco nosotros podemos hacer esperar a los hermanos y hermanas en dificultad, porque -son siempre palabras de Don Guanella- “la miseria no puede esperar. Y no nos podemos parar mientras haya pobres que socorrer”.+
This entry passed through the Full-Text RSS service - if this is your content and you're reading it on someone else's site, please read the FAQ at fivefilters.org/content-only/faq.php#publishers.
Publicar un comentario