En su homilía, el obispo recordó el día de su ordenación como “el más feliz de mi vida”, alabando a Dios por su paciencia y su misericordia durante estos 25 años, y destacando que “lo poco que soy, lo poco que hice y lo que Él quiera que suceda… a Él le pertenece”.
El prelado mencionó a monseñor Jorge Novak, primer obispo de Quilmes, quien le confirió el orden diaconal y sacerdotal, dejándole su testimonio de servidor fiel y valiente, siempre a favor de los pobres, y alentándolo a apasionarse por la vida sacerdotal.
También hizo hincapié en la figura de monseñor Andrés Stanovnik, arzobispo de Corrientes, quien supo motivar en él lo que Dios había dispuesto para su vida: el ministerio sacerdotal. El arzobispo fue el encargado de conferirle el orden episcopal, hace poco más de tres años.
Luego se detuvo en la persona del papa Francisco, quien lo llamó al servicio episcopal en la diócesis de la Nueva Orán, a quien definió como “padre y amigo con quien me unen lazos de confianza y fidelidad mutua”.
Monseñor Zanchetta destacó en el ejercicio de la vida sacerdotal la compañía del pastor con su comunidad,especialmente los más débiles y vulnerables, para que puedan vivir en paz y en comunión. “Para nosotros, los sacerdotes, el amor a los pobres, la preferencia por los que quedan al borde del camino, por los caídos, los enfermos, los olvidados, los postergados y los excluidos son la razón de nuestra vida”, afirmó.
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