Mons. Buenanueva: “Todo cura ha de ser siempre un buscador de Jesucristo”

Mons. Buenanueva: “Todo cura ha de ser siempre un buscador de Jesucristo”

Villa Concepción del Tío (Córdoba) (AICA): Al celebrarse la memoria litúrgica de San José Gabriel del Rosario Brochero, patrono del clero argentino, y en ocasión del Año Vocacional que se desarrolla en la diócesis de San Francisco, el obispo, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, celebró la misa en el santuario de la Virgencita, en la localidad cordobesa de Villa Concepción del Tío.
Con motivo de la memoria litúrgica de San José Gabriel del Rosario Brochero, celebrada ayer, 16 de marzo, y en ocasión del Año Vocacional, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, celebró una misa en en el santuario de la Virgencita, en la localidad cordobesa de Villa Concepción del Tío. En su homilía, reflexionó sobre el significado de la vocación y la misión.

El obispo expresó que “en el bautismo y la confirmación, cada uno de nosotros hemos recibido una llamada personal de Dios – su vocación – para ponernos al servicio de todos”.

“No tengo una vocación: soy vocación. No tengo una misión: soy misión”, afirmó el prelado, pidiendo que el Espíritu Santo revele esa llamada y dé consuelo y fuerza para vivirla con total entrega.

Al recordar al Santo Cura Brochero, el obispo relató que, cuando partió hacia el seminario, fue “atraído por la llamada del Señor que le había tocado el corazón, encendiendo el deseo ardiente de ganar almas para Cristo”, deseo que nunca lo abandonó, sino que maduró con el tiempo hasta transfigurar su corazón por completo a imagen del corazón del Buen Pastor.

Monseñor Buenanueva propuso dejarse guiar por la Palabra de Dios reflejada en Brochero, para meditar sobre el misterio de la vocación sacerdotal. “Lo hacemos con un anhelo que nos quema por dentro, con muchas preguntas dirigidas a Dios y también con inquietud y ansiedad: Señor, ¿por qué parece que hoy no hay oídos para tu llamada a buscar la oveja perdida?”, lamentó.

“En la raíz de toda vocación al sacerdocio ministerial está esta pasión de Dios por su pueblo, por los últimos, por los más alejados, por los que se han perdido”, destacó, y reconoció en esta, la experiencia “más intensamente sacerdotal” que vivió Brochero: El deseo de que Cristo fuera conocido, experimentado como Salvador y “vivido intensamente como esperanzhttp://www.aica.org/27638-mons-buenanueva-todo-cura-ha-de-ser-siempre-un-buscador.html#a que colma la vida frágil de los pecadores”.

“Un pastor es, ante todo, un hombre del Espíritu”, aseguró monseñor Buenanueva: Un hombre que escucha en lo más sagrado de su conciencia la voz de Dios que lo llama cada día como el primer día.

La llamada de Dios, sostuvo, “no se termina con la ordenación”, sino que allí comienza la “verdadera aventura” de entregar la vida por caminos siempre nuevos, la mayoría de las veces humildes, escondidos y poco espectaculares.

“Un sacerdote es siempre un aventurero del Espíritu, un caminante, un peregrino que aprende a convivir con la inseguridad e insatisfacción de no tener demasiadas cosas aseguradas, y de que la meta siempre está allí, estimulando su caminar, pero como escondida en la bruma de lo que se intuye más que de lo que se posee”, indicó.

“Brochero se alimentaba de la Escritura, porque había aprendido a escuchar en los textos sagrados la voz de Jesucristo. Y esa voz no podía dejar ser escuchada. En medio de tantas voces, Brochero afinó su oído para escuchar siempre la voz de Jesús, a quien amó apasionadamente”, recordó, y afirmó que “todo cura ha de ser siempre un buscador de Jesucristo”.

Para finalizar, el obispo se refirió a la experiencia sacerdotal de enamoramiento, de loco amor, que luego se convierte en amor profundo “que siempre llama, atrae y conquista”.

Con el modelo de Brochero, aseguró que el camino de todo hombre llamado al sacerdocio “está marcado por el fuego del Espíritu”, una actitud que resplandece a lo largo de la vida del santo, sobre todo al final, “cuando cieguito, anciano y leproso”, vivía en la alabanza y la intercesión, dejándose llevar por Cristo, convirtiéndose él mismo en el misterio que celebraba en cada Eucaristía: cuerpo entregado y sangre derramada.

Implorando que cada bautizado descubra su propia vocación y misión, y con un especial clamor por las vocaciones sacerdotales, monseñor Buenanueva pidió la intercesión de la Virgen y del Santo Cura Brochero en este deseo evangélico.+

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