Mons. Buenanueva: “Creo en un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo”
“Sabe de alegrías profundas, pero también de dolor. Goza con los pobres que se descubren amados por Dios. Se conmueve con la mujer viuda que lleva a enterrar a su hijo único. Y llora ante la tumba del amigo muerto, al que llamará nuevamente a la vida”, así describe el obispo a Jesús, con una hondura “que tanto atrae y fascina”, y así es el Dios real “que Él ha traído al mundo, especialmente como esperanza para los pobres y pecadores”.
“Ese es su Evangelio: la buena noticia que no puede callar, y que llegará a ser especialmente elocuente cuando entregue su vida en la cruz”, asegura el prelado.
“En realidad, Jesús abreva en la experiencia de fe de su pueblo, tal como la relatan las Escrituras de Israel. Cuando la Biblia tiene que nombrar a Dios, muchas veces lo hace, recurriendo a sus amigos”, expresa monseñor Buenanueva, y afirma que “Dios manifiesta una infinita capacidad de amistad”.
Retomando la columna del domingo pasado, el obispo recuerda la pregunta con la que Dios busca a su amigo en el Paraíso: ‘Adán, ¿dónde estás?’. Esa pregunta, señala, “late en el corazón de Dios, y se deja sentir ante cada hombre y mujer que pisa esta historia. Mucho más, si ese hombre y esa mujer experimentan en su vida la acometida del sufrimiento, la desilusión o la desesperanza”.
“Cada uno de los protagonistas de las historias bíblicas ha experimentado esa búsqueda del Dios vivo. Han sentido también otras dos frases que resumen toda la experiencia de fe del antiguo y del nuevo testamento: ‘No tengas miedo…Yo estoy contigo’, añade monseñor Buenanueva.
“Cuando la fe cristiana confiesa que Dios es uno solo en tres Personas – Padre, Hijo y Espíritu Santo – está traduciendo en esa fórmula, tan breve como sustanciosa y sagrada, esa experiencia incomparable, tal como ha llegado a su punto culminante en la persona de Jesús, el Hijo amado”, explica y asegura que “cuando un discípulo de Jesús tiene que ponerle nombre a su fe no puede sino contar una experiencia de haber sido alcanzado en la vida por el Dios vivo que, en Jesús se ha mostrado como Padre y que lo colma con la fuerza de su Espíritu”.
Para finalizar, el prelado recuerda la frase de San Agustín: “Ves la Trinidad si ves el amor” y hace mención de “un Dios que es uno, aunque no con la unidad que mortifica la vida, sino con la comunión de tres personas que son en la misma medida en que se entregan las unas a las otras”, un Dios que “es amor”. Esa capacidad de relación surge, “no de la carencia o la necesidad autorreferencial, sino de la plenitud de vida –su vida trinitaria– que se desea compartir”, concluye.+
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