El Papa destacó el valiente testimonio de confianza en Dios de los cristianos perseguidos
Reflexionando sobre el Evangelio del día, el Santo Padre recordó las palabras de Jesús instruyendo a sus discípulos para misionar, diciéndoles tres veces ¡No teman! y recordó que también en nuestros días los cristianos son perseguidos. E invitó a rezar por nuestros hermanos y hermanas perseguidos, alabando a Dios por su valiente testimonio de fidelidad a la fe
“En el Evangelio de hoy, -comenzó a explicar el Santo Padre- el Señor Jesús, después de haber llamado y enviado a la misión a sus discípulos, los instruye y los prepara para afrontar las pruebas y las persecuciones que deberán afrontar”.
Francisco advierte que “el envío a la misión por parte de Jesús, no garantiza a los discípulos el éxito, así como no les protege del fracaso y del sufrimiento. Deben contar tanto con el posible rechazo como con la persecución”.
“En la misión cristiana –dijo el Papa– no existe la bandera de la tranquilidad y nosotros “debemos considerar estas dificultades como una posibilidad para ser todavía más misioneros y para crecer en la confianza en Dios, nuestro Padre, que no abandona a sus hijos en la hora de la tempestad”.
El pontífice subrayó que la realidad de las persecuciones no es algo del pasado, sino que “también en nuestros días está presente la persecución contra los cristianos. Recemos por nuestros hermanos y hermanas que son perseguidos y demos gracias a Dios porque, a pesar de ello, continúan a dar testimonio con valentía y con fidelidad a su fe”.
El ejemplo de estos cristianos perseguidos “nos ayuda a no vacilar a la hora de tomar partido en favor de Cristo, testimoniándolo valientemente en las situaciones de cada día”.
“El Señor está con nosotros”, concluyó Francisco, y animó a la esperanza recordando que “en medio de todo esto, el Señor continúa diciéndonos, como les decía a los discípulos de su tiempo: ‘¡No tengan miedo!’. “Jesús no nos deja solos porque somos muy valiosos para Él”.
Palabras del papa Francisco
«Queridos hermanos y hermanas ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy (cfr Mt 10, 26-33) el Señor Jesús, después de haber llamado y enviado en misión a sus discípulos, los instruye y los prepara a afrontar las pruebas y las persecuciones que deberán encontrar. Ir en misión no es hacer turismo, y Jesús advierte a los suyos: ‘Encontrarán persecuciones’. Los exhorta así: ‘No tengan miedo de los hombres. No hay nada oculto que no deba ser revelado (…) Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día. (…) Y no teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma’ (26-28). Y no tengan miedo de aquellos que solamente pueden matar el cuerpo y no tienen el poder de matar el alma.
El envío a la misión de parte de Jesús no garantiza a los discípulos el éxito, así como no los pone a salvo de fracasos y de sufrimientos. Ellos tienen que tener en cuenta tanto la posibilidad del rechazo, como la de la persecución. Esto asusta un poco, pero es la verdad.
El discípulo está llamado a conformar su propia vida a Cristo, que fue perseguido por los hombres, conoció el rechazo, el abandono y la muerte en la cruz. No existe la misión cristiana en tranquilidad plena; no existe la misión cristiana en tranquilidad plena. Las dificultades y las tribulaciones forman parte de la obra de evangelización y nosotros estamos llamados a encontrar en ellas la ocasión para verificar la autenticidad de nuestra fe y de nuestra relación con Jesús. Debemos considerar estas dificultades como la posibilidad para ser aún más misioneros y para crecer en aquella confianza en Dios, nuestro Padre, que no abandona a sus hijos en la hora de la tempestad. En las dificultades del testimonio cristiano en el mundo, nunca somos olvidados, sino que siempre estamos asistidos por la solicitud premurosa del Padre. Por ello, en el Evangelio de hoy, Jesús asegura tres veces a sus discípulos diciendo: ‘¡No teman!’ ¡No tengan miedo!
También en nuestros días, hermanos y hermanas, está presente la persecución contra los cristianos. Nosotros oramos por nuestros hermanos y hermanas que son perseguidos y nosotros alabamos a Dios porque, a pesar de ello, siguen testimoniando con valentía y fidelidad su fe. Su ejemplo nos ayuda a no dudar en tomar posición en favor de Cristo, testimoniándolo con valentía en las situaciones de cada día, aun en contextos aparentemente tranquilos. En efecto, una forma de prueba puede ser también la ausencia de hostilidades y de tribulaciones. Además de ‘como ovejas entre lobos’, el Señor, también en nuestro tiempo, nos manda como centinelas en medio de la gente que no quiere que la despierten del adormecimiento mundano, que ignora las palabras de Verdad del Evangelio, construyéndose sus propias verdades efímeras. Y si vamos allí o vivimos allí y decimos las Palabras del Evangelio, esto incomoda y no nos mirarán bien.
Pero en todo ello el Señor nos sigue diciendo, como les decía a los discípulos de su tiempo: ‘¡No teman!’. No olviden esta palabra: siempre, cuando tengamos alguna tribulación, alguna persecución, algo que nos haga sufrir, escuchemos la voz de Jesús en nuestro corazón: ‘¡No tengan miedo! ‘¡No tengas miedo: sigue adelante! ¡Yo estoy contigo! No tengan miedo del que se burla de ustedes y los maltrata, y no tengan miedo del que los ignora o del que por delante los honra y luego por la espalda combate contra el Evangelio. Hay tantos que por delante te sonríen, pero por la espalda combaten contra el Evangelio. Todos los conocemos. Jesús no nos deja solos porque somos valiosos para Él. Por ello no nos deja solos: cada uno de nosotros es valiosos para Jesús, y nos acompaña.
Que la Virgen María, modelo de humilde y valiente adhesión a la Palabra de Dios, nos ayude a comprender que en el testimonio de la fe no cuentan los éxitos, en el testimonio de la fe no cuentan los éxitos, sino la fidelidad; la fidelidad a Cristo, reconociendo en cualquier circunstancia, también las más problemáticas, el don inestimable de ser sus discípulos misioneros».+ (Trad. Cecilia de Malak RV)
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