Mons. Stanovnik llamó a “cuidar la identidad correntina”
“Todo organismo vivo se desarrolla y crece, también lo hace una comunidad, un pueblo, y la familia humana en su totalidad. El cuidado que se debe tener es que en ese progreso no se introduzcan factores que provoquen un cambio tal que ya no se pudieran reconocer sus orígenes”, explicó y advirtió: “Si eso sucediera, estaríamos en presencia de un cuerpo que se deforma o que se está convirtiendo en una cosa que no se sabría bien qué es”.
Por eso, pidió "cuidar y cultivar" los valores de la correntinidad, “que están indisolublemente unidos a los valores cristianos”, y que los correntinos expresan de muchas maneras, como en la fe en Dios, en el entusiasmo por la peregrinación, en la poesía y el canto, en la danza y la fiesta, en un modo propio de sentir, de hablar, de relacionarse, de trabajar, etcétera.
El prelado habló de la práctica de ritos ancestrales tales como la quema de muñecos que representan la muerte, las luminarias que hacen retroceder a las tinieblas o el Tatá Yehasá, “que desafía el peligro de caminar sobre las brasas y lo festeja con gran satisfacción aquel que sale airoso”, y afirmó: “Son expresiones mediante las cuales celebramos la vida. La fe nos hace ver, a través de esos signos, la victoria de Jesús sobre la muerte”.
Luego de recordar el contexto de la fundación de la ciudad de Corrientes explicó que se hace memoria “para mirar hacia delante”. “Mirando nuestro pasado, nos corresponde como a todo hijo bien nacido, dar gracias a Dios y reconocer sus beneficios. Somos realmente un pueblo bendecido. Nuestro Patrono, con su actitud humilde al reconocer que anuncia un bien mucho mayor que él, nos enseña, ante todo, a reconocer los dones y ser agradecidos por ellos”, aseveró monseñor Stanovnik.
Finalmente, el arzobispo animó a “buscar el encuentro”, y expresó: “El requisito indispensable para alcanzar la verdad, la justicia y la reparación del daño, causado por los enfrentamientos, es el deseo sincero del buscar el encuentro”.
“Nuestro santo patrono es identidad y actitud: nos lleva a Jesús para que aprendamos de Él que solo la misericordia puede salvar al mundo, a la familia y a cada ser humano que nace en esta tierra. Este mensaje constituye el eje en torno al cual estamos llamados a construir nuestra vida, nuestras familias y nuestra sociedad”, concluyó.+
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