Mons. García advirtió que la droga “manda y gobierna” en las barriadas

Mons. García advirtió que la droga “manda y gobierna” en las barriadas

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San Justo (Buenos Aires) (AICA): El obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, presidió el 26 de junio, en la catedral local, la misa por las víctimas del narcotráfico y las drogas en la catedral local, en la que advirtió que la droga, las adicciones, la violencia y el miedo “han tomado nuestros barrios, son los que mandan y gobiernan nuestras barriadas”, pidió no caer en la resignación y en la indiferencia, y aseguró que la Iglesia escucha “el grito que brota de las familias que sufren como víctimas de las adicciones”.
El obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, presidió el 26 de junio, en la catedral local, la misa por las víctimas del narcotráfico y las drogas en la catedral local, en la que advirtió: “Rezamos y ponemos en manos de Dios y en el eco de nuestra voz en este día lo que vemos y oímos en el andar cotidiano con gente de nuestro pueblo: la droga, las adicciones, la violencia, el miedo han tomado nuestros barrios, son los que mandan y gobiernan nuestras barriadas”.

“Se está de ese lado o se vive con el miedo y la incertidumbre que paralizan”, sostuvo, y agregó: “Aunque miremos para otro lado la droga avanza día a día, las víctimas son cada vez más, el negocio del narcotráfico crece y se expande como una red de muerte”.

“Aunque anida en nuestros barrios más vulnerables: el narcotráfico no es de los pobres en primer lugar. Los principales beneficiados de este negocio no viven en casas de cartón, aunque en nuestros barrios marginales es donde se desata el drama de una manera evidente”, puntualizó.

El prelado matancero aseveró que “no mueren semanalmente los grandes jerarcas de la droga, mueren los pichis que llevan y traen, mueren los que denuncian, los botones, mueren los que no se quieren prender y son una amenaza, mueren los que se quedaron con un vueltito, mueren los pavotes de otros barrios que fueron a comprar para una previa y se quedaron sin droga, sin celular, sin zapatillas y sin vida, mueren los que a fuerza de pasta base quedaron fuera del sistema y de toda utilidad negociable”.

Monseñor García recordó que el papa Francisco “marca que existe una gran tentación frente al problema: ‘la resignación’, que ‘nos paraliza y nos impide no sólo caminar, sino también hacer camino’”, y afirmó que caer en ella "nos frena para arriesgar y transformar”.

“Se habla de flagelo como si hubiera nacido de la nada y no tuviera nombres y apellidos concretos. Flagelo, como si fuera una epidemia que hay que agacharse para esperar que pase y que todo vuelva a ser igual que antes”, subrayó, y añadió: “Pero por más que lo intentemos y adjetivemos evasivamente no podemos seguir mirando para otro lado porque cada vez nos roza más cerca e hiere más profundamente las raíces de una sociedad haciéndose cultura”.

“No podemos resignarnos a que la droga eduque porque es el libro que leen nuestros chicos desde chiquitos, no podemos resignarnos a que la droga sea la fuente de trabajo organizada de nuestros barrios más pobres, no podemos resignarnos a que la droga sea el pan desde el que se alimentan nuestra familias en un camino de ida, no podemos resignarnos a que la droga sea la que imparta la justicia poniendo a unos de un lado y a otros del otro, no podemos resignarnos a que la droga sea el sustituto de la alegría y de la falta de esperanza de nuestros jóvenes, no podemos resignarnos a que las futuras generaciones no tengan más aspiraciones que la “coca y otras yerbas”, no podemos resignarnos a que la política sea deudora del narcotráfico y las fuerzas de seguridad sus empleados”, detalló.

Monseñor García aseveró que “no podemos seguir jugando a la democracia gastando 2.800 millones en un ajedrez político o formula 1 de egos y ambición de poder que nos distrae de la realidad donde la muerte va cobrando cada vez más vidas”.

“Hay un grito que no podemos dejar de escuchar, el grito que brota de las familias que sufren como víctimas de las adicciones. Sepan que estamos con ustedes. Su dolor nos desafía a seguir buscando juntos, cuerpo a cuerpo, los caminos que abran horizontes de esperanza”, expresó.

“Que el Señor nos regale misericordia para cuidar y acompañar toda vida, especialmente la de los más pequeños y humildes; inteligencia sabia para reconocer por dónde se filtra el enemigo y valentía para la denuncia y la lucha contra los mercaderes de la muerte”, concluyó.+

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