"Normalmente y con gran frecuencia -señaló el prelado- nos encontramos con personas que condicionan la conducta del Señor a su propia conducta y que reducen a sus planes humanos los planes del Señor sobre su vida y sus actividades y categorías de justicia y de bondad. También algunos creen que Dios no tiene nada que ver en sus vidas, que ella les pertenece según sus planes".
"Pero Dios y sus designios -explicó- están muy por encima del hombre, por eso el hombre, muchas veces, no puede comprender los planes de la providencia, o los rechaza, o debe aceptarlos con humildad sin pretender juzgarlos.
En el caso de la parábola comentada, monseñor Martorell advirtió que "la intención del Señor no tiene nada que ver con la doctrina del justo salario o de doctrinas sociológicas. Tampoco está a favor de la injusticia, sino que trata de mostrarnos que el Reino de los Cielos se basa en principios muy diferentes de los que regulan las relaciones humanas. Dios siendo su fuente nos muestra que en su voluntad es misteriosamente libre y personal. Llama a quien quiere y como quiere y cuando quiere; no cuando quiere el corazón del hombre".
"Por ejemplo -especificó el prelado misionero- Dios extiende la salvación a los que han sido llamados últimos –los paganos- y les concede la misma gloria que a los primeros y aun a los que han permanecido fieles a su llamado. Concede a los pecadores convertidos la misma gloria que a los que han permanecido fieles durante su vida. Llama a su servicio no siempre al justo y que desea servirle, sino al pecador y al que tanta veces encierra en su corazón planes distintos a la voluntad del Señor.-
"Es el misterio de aquella frase –los últimos serán los primeros-. Esto nos muestra que Dios es el dueño de nuestras vidas, el dispone de ellas, fuera y más allá de nuestros propios planes. Aceptar la voluntad del Señor y gozarse de ella nos hace verdaderos obreros del Reino de los Cielos.
Por último monseñor Martorell sostuvo que "debemos dejar en claro que la parábola no pretende alentar a los holgazanes y perezosos que no estuvieron buscando trabajo a primera hora, dejando para la última hora la conversión y el servicio de Dios; sino enseñarnos que Dios puede llamar a cualquier hora y que el hombre debe estar pronto a responder su llamado. Cualquiera sea el momento en que es llamado. Buscar la voluntad del Señor sobre nuestras vidas, como el dueño de ellas, esa es la tarea del cristiano y nunca anteponer los propios planes a los de Dios, ni pensar que los primeros tendrán más gozos que los últimos, porque los caminos del Señor son inescrutables".+
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