Este Evangelio “nos presenta una situación difícil de comprender desde la perspectiva de una justicia de retribución equitativa, es decir, en este caso, pagar de acuerdo al tiempo trabajado. Jesús no entra en esta lógica, tampoco la niega, él se ubica en otro nivel”, explicó el arzobispo.
Jesús, se ubica “en el nivel de la misericordia que no es respuesta, ni se puede medir por criterios de una relación contractual, sino que tiene la lógica de la gratuidad, del don”, aseguró.
“La fuerza de la parábola está en la actitud del Señor que no está condicionada por un acuerdo bilateral, que es lo propio de una justicia de retribución equitativa, sino por la misericordia, que es un una actitud de amor que trasciende el límite de la justicia sin negarla. No se puede contraponer justicia y misericordia, pero tampoco igualarlas”, señaló monseñor Arancedo.
Finalmente, el prelado propuso: “Este Evangelio nos puede ayudar a revisar nuestras relaciones y a preguntarnos si sólo actuamos con el parámetro de la justicia o si estamos dispuestos a dar ese salto cualitativo de la misericordia”.
“El primero tiene algo contractual que se maneja con las matemáticas, el segundo nos habla, en cambio, de movernos con otras categorías propias del amor que busca el bien del otro, especialmente de quien está más necesitado”, detalló e invitó a un amor desinteresado, que no espera recompensa.+
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