En la audiencia, que se desarrolló en la mañana del sábado 23 de septiembre, el Papa felicitó a los presentes con motivo de su Capítulo General, y agradeció su presencia en Roma. A través de ellos, saludó a los hermanos y hermanas de los monasterios en diversos países.
Voy con mi corazón y mi mente a vuestros silenciosos claustros, de los cuales sube incesante la oración por la Iglesia y por el mundo. Y doy gracias al Señor por la presencia insustituible de las comunidades monásticas, que representan una riqueza espiritual y un recordatorio constante para buscar ante todo las cosas de allá arriba, para vivir en su justa medida las realidades terrenas, manifestó el Santo Padre.
El Pontífice les recordó además el llamado a identificar, en estos días de reflexión, los objetivos y los caminos para vivir cada vez con mayor autenticidad su vocación y su consagración, teniendo en cuenta las necesidades del momento presente, para ser así testigos de oración asidua, de sobriedad, de unidad en la caridad.
Francisco exhortó a los hermanos a dar gran importancia a la meditación de la Palabra de Dios, especialmente a la lectio divina, que es fuente de oración y escuela de contemplación y recordó que ser contemplativo requiere un camino fiel y perseverante para llegar a ser hombres y mujeres de oración, cada vez más impregnados por el amor al Señor y transformados en amigos suyos.
Por otra parte, consideró que la sobriedad de vida es un elemento de simplicidad espiritual y existencial, que favorece a las relaciones internas y externas del monasterio: Dios se manifiesta en la soledad personal de ustedes, así como en la solidaridad que los une a los miembros de la comunidad. Están solos y separados del mundo para adentrarse en el sendero de la intimidad divina; al mismo tiempo, están llamados a dar a conocer y compartir esta experiencia espiritual con otros hermanos y hermanas en un equilibrio constante entre la contemplación personal, la unión con la liturgia de la Iglesia y el recibimiento de los que buscan momentos de silencio para ser introducidos en la experiencia de vivir con Dios.
El Papa llamó a los hermanos Cistercienses a ser testimonio calificado de la búsqueda de Dios, escuela de oración y escuela de caridad para todos.
El Capítulo General, señaló Francisco, es una ocasión propicia para renovar, en un clima de diálogo y de escucha mutua, el propósito común en la búsqueda de la voluntad de Dios, y los invitó a preguntarse sobre la calidad de su testimonio de vida, sobre la fidelidad dinámica al carisma, sobre cómo ha sido vivido en sus comunidades monásticas, así como por cada uno de los monjes y monjas.
La defensa del carisma es, de hecho, una de las principales responsabilidades del Capítulo general y es una experiencia vital del presente, que se encuentra entre la memoria agradecida del pasado y las perspectivas de un futuro esperanzador, aseguró.
Para finalizar, Francisco animó a los Cistercienses a que su testimonio se vuelva aún más significativo merced a una coordinación cada vez más orgánica entre las diferentes ramas de la Orden.+
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